viernes, 9 de abril de 2010

Y ésta, la de 2010...

En España, claro. En Argentina lleva ya dos años revolviendo las aguas. Y como la chica es guapa, parece lista, muy poco humilde y han hablado tan bien de la novela, qué menos que concederle una oportunidad.

Aquí la publica Alpha Decay. En la contraportada, decía, lleva comentarios elogiosos de lo más granado de la modernidad cool patria. Con saber que hasta Vicente Luis Mora, atento siempre a todo tipo de fruslería espeluznantemente renovadora -con tal que aburra a las marsopas y provenga del otro lado del Atlántico- la ha saludado como lo mejor... Vaya, que ardía en deseos de echarle el ojo.

Y lo he echado. En la versión argentina (Editorial Entropía) y en la de aquí, por si acaso las adaptaciones. Son idénticas, claro, pero las ediciones suramericanas me traen muy buenos recuerdos y así justifico el dispendio absurdo.


Por lo pronto, sorprende que alguien, sea chica mona o bigardo cavernario, se permita el lujo de escribir con la falta de sentido del mensaje que exhibe Pola Caracciolo (así parece que se apellida la moza). Me refiero a que todo acto de comunicación lleva implícito el receptor, pensaba yo. A Pola se la suda.

Con tal de demostrar a cada momento que sabe más que nadie y que es capaz de esconder cualquier pavada tras un flujo de expresiones abstrusas, ella es feliz.

Los lectores no tanto, como podéis imaginar. La cosa, que podría ser un pestiño del doce, a veces tiene su gracia. Lo que sucede es que no comparto mucho su sentido del humor y en bastantes ocasiones tampoco el noventa por ciento de las alusiones y referencias a la realidad argentina que repletan el libro. Un pequeño problema que a nadie le ha impedido disfrutar, por ejemplo, de textos sumerios de hace tres mil y pico años pero sí, al parecer, de las exquisiteces de la Oloixarac. Tonto de mí.




Que está que cruje, nadie lo va a negar, pero hay ciertas turgencias que no lo son tanto trasladadas al papel. Ni a la prosa de su blog (http://www.melpomenemag.blogspot.com/) que tampoco me parece la bomba, precisamente. Y es que eso de escribir textos sólo aptos para los que están al loro de yo qué sé qué modas, tendencias o chorraditas tan perecederas como el periódico de hace una semana... De verdad que resulta una pérdida de tiempo.



(Continuará...)