sábado, 25 de septiembre de 2010

No pensaba hacer huelga el día 29...




Por motivos tradicionales, más que meditados y que no vienen al caso. Pero tras la propuesta del obispado de que los católicos "hagan huelga contra todos" y lleven un distintivo blanco, estoy por ponerme los calzoncillos en la frente y salir a la calle a demostrar mi devoción mariana.  

Sólo una preguntita: ¿cuándo va a dejar esa curia de mamarrachos de meterse en la vida de los demás? 

viernes, 24 de septiembre de 2010



Deliciosas las explicaciones de los patres patriae catalanes respecto a por qué no prohibir los correbous, o bous al carrer, o bous de foc, o los tediosísimos encierros de mi infancia, o lo que les plazca. Al parecer, han de conservarse y promoverse "porque no hay maltrato, ya que el animal no muere". Y lo dicen tan panchos.

Ya me habían entusiasmado los finísimos puritanos de Herri Batasuna, siempre en busca del bienestar de su Euskal Herria, cuando hace unos años desaconsejaban el consumo de alcohol por evidentes efectos nocivos en la salud. Salvo, claro está, en el caso del chiquiteo. Que es cosa muy tradicional, forma parte de la cultura del vasco y entonces sí que se puede beber a destajo. Sidra vasca o txakolí, por supuesto. 




De donde deducimos los mortales administrados algo que ya apuntaba este verano -entrada del 13/8, "Prohibir lo que  se antoja"-. Hasta qué punto estas ideas salvadoras huelen a sacristía posmoderna. A liberación de vicios infames, a curas carlistones que te santifican a base de trabucazo.

Muy fina, tanto que se quiebra de sutil, la interpretación de unos y otros del artículo 33. Un día me lo tendrán que explicar con más detenimiento. Es que no alcanzo esas honduras.

domingo, 19 de septiembre de 2010




Esto de viajar tan a menudo tiene pocas ventajas. Una es que se pasa demasiado tiempo inactivo y lo poco que puede hacerse es observar. Y pensar. No siempre con buenos resultados.

Al final de todos los veranos tengo la sensación de que proliferan las telas de araña. Mejor: los hilos sueltos intentando conquistar terrenos de paso absurdos, puesto que el quehacer se ve destrozado cada poco por los viandantes. Sin embargo, Aracne insiste torpemente.

Me imagino que será la previsión del otoño que ya se barrunta, la falta de sol, las madrugadas frescas, la abundancia de insectos atontados que son más facilones que un mes antes... Perspectivas de la muerte, en todo caso.

Este exceso de producción, este barroquismo delirante no sé si compensa la paga en calorías, pero por algo lo harán. No soy quién para cuestionar los motivos del rococó constructivo de las arañas. Ni los criterios con que insisten en enredarse en mi frente.

Sin embargo, no por eso tolero mejor su molestia pegajosa. Día tras día sigo siendo el gigante que arrasa las verdes huertas o el gran lagarto de un Tokio cualquiera.

Si ha de ser barroco, lo prefiero en literatura. O en música.

jueves, 16 de septiembre de 2010

Avisos fuera del círculo santiguado



Sé de la literatura -literhartura la llamaba uno- que es ciénaga de todas las bajas pasiones. Difícilmente se dan en ella relaciones puras, descontaminadas de intereses o necesidades. Como estoy curado de espanto, simplemente no me relaciono y punto. Así me va.

Sin embargo, no preveía lo falsas e indecentes que pueden volverse ciertas sonrisas cotidianas. Sólo hace falta que estés un milímetro más expuesto a la luz pública. Hay que ver cómo amagan el colmillito afilado...

Lo peor es que en estos lugares no puedo aislarme de las alimañas. Por algo me gusta la literatura. Todos nos conocemos.

domingo, 12 de septiembre de 2010

Tagliabue se va con unas cestas a Shanghai.


Porque éste es el aspecto del pabellón español.


Y la cubierta está elaborada con unas láminas de mimbre que dejan pasar la luz y a las que da la forma caprichosa e inestable que se ve en las imágenes.




Me encanta el aspecto medio rústico, medio sofisticado.
No obstante, estas crestas recuerdan peligrosamente a las de alguno de mis queridos poligoneros...


viernes, 10 de septiembre de 2010

La buena fiera



No sé bien cómo despierta esta fiera petrificada que duerme en el interior. Si embisto, sacude latigazos y no puedo abandonar muchos recuerdos. Cuando me puede la abulia parece que horada mejor, que sus lamentos me llegan hasta el corazón de algún remordimiento. Es un bellísimo animal.

Hay trascendencias que no nos afectan. Y el cansancio parece la actividad cotidiana: no sabemos adónde nos va a llevar, luego seguimos su insulsa corriente. Tememos que perdurará.

Dolor en las espaldas del conocimiento, en el oído que crispa la conciencia. Tengo un método para entender sus condiciones, esas alarmas pequeñitas de no sé bien qué perfil. La lluvia diaria no consuela.

Y ese remedo ácido, este septiembre de comezón que nos arrastra y borra el pasado para siempre. La hora ha llegado, y es de reanudar las líneas que se ciñen por milímetros y nos ahogan con esa dulce, sutil sensación de que estamos donde debíamos estar.