viernes, 17 de diciembre de 2010

¡La hoja, la hoja, ha salido la hoja!



En http://literaturas.info/revista.php , número de diciembre, ya ha aparecido mi crítica de "Las teorías salvajes", de Pola Oloixarac.

Leída con desapego unos meses después de escribirla, pensaba que quizás fui excesivo. Que mi respuesta al libro tuvo una radicalidad no exenta de cierta inquina personal. Una reacción ante todos esos que van de "guays" por la pasarela y se atreven a mirarnos con displicencia mientras escupen lecciones que nadie les ha solicitado. A nosotros, pobres humanos, simples lectores sin pedigrí.

Así que la he vuelto a hojear mientras descansaba de la relectura de chuminadas como "Isabel y las aguas del diablo", de Mircea Eliade.

Lo que no entiendo es cómo pude terminarla.

domingo, 12 de diciembre de 2010

Lasarte-Oria (bis)



Hay que decirlo: no todos tenemos alma de paparazzo. Como la encargada de hacer las fotos en el acto (casi multitudinario) de Lasarte-Oria. Pone buena voluntad, pero de vez en cuando le dan esos ataques de timidez que deshacen cualquier empeño. Y así salieron las fotos. Tanto que ésta es la única en que se me (medio) ve. Ya he recogido el diploma conmemorativo y vuelvo a mi asiento.



Antes, una chica de bonita voz, acompañada de dos compañeros a las guitarras, había interpretado uno de mis poemas. Bonita cosa. Apañada. Suena curioso el verbo de uno mismo con timbre ajeno. Nunca podré acostumbrarme.

Aparte de cuestiones de dicción, uno interpreta el sentido en un orden, con una línea fija que, más o menos, era la elegida en el momento de la creación. Un lector desapegado puede (y debe) elegir otro rumbo.

Ahí está la savia del lenguaje, en su múltiple significación, en los matices que interpretan y amplían un reducto de sentido.



Y, por supuesto, la jornada fue muy agradable, a pesar del clima. La casa de cultura de Lasarte tiene pintas de funcionar muy bien como promotora de actividades variadas entre la población más joven. El acto fue solemne y cercano a la vez, aunque no parezca posible. Nada que ver con el pestiño formalista, grandilocuente y algo cutre de Guadalajara.

Y Donosti nunca defrauda.