sábado, 29 de diciembre de 2012

Alguna consideración de final de año. M. Merleau-Ponty.

 
He disfrutado relativamente poco de este otoño que acaba de fracasar hace nada, debido entre otras circunstancias a que por estas fechas el trabajo es excesivo. De todos modos, esta misma mañana he prescindido de gordos y pedreas y me he largado a andar por el campo. 

Había niebla, y no solo en los montes cercanos, por lo que he tardado en reaccionar ante la densidad húmeda de las cosas, su atractivo áspero. Tenía ganas inconfesadas de palpar la textura de la realidad. No me refiero al celofán absurdo que nos recubre a diario, sino de la verdadera juntura por donde aparece el sentido de las cosas. 

¡Vaya! Esto último me ha quedado demasiado Merleau-Ponty. Pero es que las últimas semanas he estado leyendo a (y sobre) el francés en mis viajes diarios en cercanías y me tiene colapsado el cerebro. Por un lado, debido a la dificultad (relativa, no es para exagerar) de entender con seriedad las implicaciones de todos sus planteamientos pero, sobre todo, por la inteligencia finísima que destila en cada comentario, por la belleza de su prosa (a veces carga un poco, pero merece la pena) y por la intuición de que, por una vez, en ese corpus filosófico uno podría habitar sin demasiadas tensiones. 

Pensaba el otro día que quizás sea una de las pocas personas a quienes me gustaría haber conocido. Una lástima su muerte tan temprana, que dejó inconcluso el que podía haber sido su libro definitivo ("Lo visible y lo invisible", Ed. Nueva Visión, Buenos Aires, 2010). 

De todos modos, siguiendo con el paseo en brumas de hace horas, entiendo que los accidentes del paisaje, el camino agradable, la luz extraordinaria que me envolvía, el encuentro casual con paseantes que gustan de charlar brevemente, hacen de estas salidas al aspecto más recio de la realidad algo tan imprescindible como el reverso gastado que nos agobia. 


 Ahora que ya sabemos que no nos vamos a jubilar hasta que estemos lo suficientemente mal para durar unos pocos años y no dar demasiado la lata al contribuyente del futuro, entiendo que más que nunca va a ser obligado escaparse en los momentos de ocio, o crearlos de algún modo. Yo ya me entiendo. Pero las cosas pintan tan mal como se sospechaba, si no peor. Habrá que ir viendo lo que estos animales son capaces de hacer con el mal llamado "estado de bienestar". Y lo que la oposición propone para dentro de tres años, suponiendo que tenga huevos para proponer algo. 

Ya me creo cualquier cosa.  

lunes, 17 de diciembre de 2012

John Cage, por Bertrand Chamayou



Hoy iba de contemporánea (ya era hora, porque entre el barroco y lo de la Batiashvili empezaba a salirme peluca empolvada). Y el concierto ha estado dedicado al centenario del nacimiento de John Cage. 

Muy divertido ver el pianito de juguete con que Chamayou ha interpretado su "Suite for toy piano" (1948) o los diversos vegetales martirizados para deleitarnos con "Child of tree". 

Por cierto, que no conocía la primera suite y me ha parecido bastante buena y no tan ingenua como su instrumento puede hacernos pensar. 

Luego, varias sonatas para piano preparado de los años cuarenta, otras para piano "normal" y esta pieza que les dejo, titulada "In a landscape" (1948), que quizás ha sido la más asequible para el oído no acostumbrado a las repeticiones, disonancias y (a ratos) coñazos de Cage. Que, por otra parte, es imprescindible en la música del siglo pasado. 





Un tanto "new age", ¿no? Pero hay que ver en qué época se compuso y luego decir: "¡Ah! Pues no está nada mal".

domingo, 16 de diciembre de 2012

Lisa Batiashvili.




Hoy tocaba matinée en el Auditorio. El programa no era muy interesante, pero no me podía perder a la violinista Georgiana Lisa Batiashvili; en este caso, tocando el Concierto para violín y orquesta en re mayor, opus 35, de Chaikovski. No es que el nacionalismo musical me vuelva loco, pero ese concierto tiene una fuerza poco común. 

Mucho mejor que la Suite nº. 4, "Mozartiana", un pestiño romanticón del que solo se salvan (parcialmente) la Giga y el movimiento final. Por lo demás, la segunda parte del concierto anunciaba "Las campanas" (Kolokola) de Rachmaninov, con la Orquesta y Coro Nacionales de España al completo, dirigidos por J. Luis Cobos. 

He de decir que la orquesta y coro han estado a un gran nivel. Sobre todo, me ha parecido de perlas la interpretación de Rachmaninov, con un barítono, Alewey Tikhomirov, de voz poderosa y convincente. 

Pero la estrella era la Batiashvili. Y, de verdad, pienso que hay obras que deben "verse", no solo escucharse, en directo. Porque estar en primera fila y comprobar la textura de la música y el esfuerzo físico e intelectual que demanda para ser interpretada con la belleza, potencia y precisión que hemos oído esta mañana... Eso es otra cosa. 

Creo que el Stradivarius que toca Batiashvili está cedido por una fundación japonesa. Hoy sonaba como un trueno, como una pluma, como el mar. Excelso en los graves, estratosférico en el limite de los agudos, que la obra reclama en más de una ocasión. En fin, el colmo del virtuosismo. 

Pero no bastan, como decía hace nada de la Bartoli, grandes dotes técnicas para emocionar y convencer. Es preciso algo más: sensibilidad, inteligencia, pasión, y de todo eso tiene Lisa Batiashvili en abundancia. 

Hoy me ha levantado de la butaca, y no es fácil entusiasmarme con piezas que no me convencen demasiado. ¿Y saben cuánto costó la entrada? 

Trece euros. En el patio de butacas. 

sábado, 15 de diciembre de 2012

Del loor de Espanna como es complida de todos bienes


Dice el rey Alfonso X:

"E cada una tierra de las del mundo et a cada provincia honró Dios en señas guisas, et dió su don; mas entre todas las tierras que ell honró más, Espanna la de occidente fue; ca a esta abastó él de todas aquellas cosas que homne suel cobdiciar. (E los godos) fallaron que Espanna era el meior de todos, e muchol preciaron más que a ninguno de los otros, ca entre todas las tierras del mundo Espanna ha una estremanza de abondamiento et de bondad más que otra tierra ninguna. 
(...)Pues esta Espanna que decimos tal es como el paraíso de Dios, ca riega se con cinco ríos cabdales que son Ebro, Duero, Tajo, Guadalquivil, Guadiana; e cada uno dellos tiene entre si et ell otro grandes montañas et tierras; et los valles et los llanos son grandes et anchos, et por la bondat de la tierra et ell humor de los ríos lievan muchos frutos et son abondados, Espanna la mayor parte della se riega de arroyos et de fuentes, et nuncual minguan pozos cada logar o los ha mester. 
Espanna es abondada de mieses, deleitosa de fructas, viciosa de pescados, sabrosa de leche et de todas las cosas que se della facen; lena de venados et de caza, cubierta de ganados, lozana de caballos, provechosa de mulos, segura et bastida de castiellos, alegre por buenos vinos, folgada de abondamiento de pan; rica en metales, de plomo, de estaño, de argent vivo, de fierro, de arambre, de plata, de oro, de piedras preciosas (...)
Espanna sobre todas es engeñosa, atrevuda et mucho esforzada en lid, ligera en afán, leal al señor, afincada en estudio, palaciana en palabra, complida de todo bien (...) ¡Ay Espanna! non ha lengua nin engeño que pueda contar tu bien.
Pues este regno tan noble, tan rico, tan poderoso, tan honrrado, fue derramado et astragado en una arremesa por desavenencia de los de la tierra que tornaron sus espadas en si mismos unos contra otros, así como si les minguasen enemigos; et perdieron y todos, ca todas las cibdades de Espanna fueron presas de los moros et quebrantadas et destroidas de mano de sus enemigos"

viernes, 14 de diciembre de 2012

La Bartoli en Madrid con la Kamerata Basel.


Había un sofá rosa en un extremo del escenario y allí esperó la diva, toda sonriente, mientras la estupenda, finísima Kamerata de Basilea interpretaba oberturas de diversas óperas de Agostino Steffani (1654-1728).

Cuando comenzó a cantar fue la debacle. Para mí, la parte inicial, con arias de "Tassilone", "Niobe, regina di Tebe" e "Alarico il Baltha", resultó la más espectacular. 

En un tempo lento y con una voz moduladísima, intensa, que inundaba el espacio hasta no consentir sino un silencio absoluto, de repente sentí que estaba inmerso en su delicada dicción, nadador sumergido en el flujo de esa voz exquisita, en una corriente de sensibilidad inacabable de la que no se adivinaba la orilla. Y seguía fluyendo con una calma poderosa que me arrastraba...

De verdad que lo de anoche fue de pasmo. No es solo achacable a sus inmensas dotes naturales, ni siquiera a la técnica depuradísima que gobierna con maestría. En realidad, se trata de inteligencia artística, de puesta a punto gozosa de tantos medios extraordinarios por una voluntad férrea y unas capacidades de interpretación, de entendimiento, quiero decir, que difícilmente se pueden encontrar en otra intérprete actual. 



Ayer yo tenía la sensación de estar asistiendo a un magno acontecimiento. Más aún, cuando cuatro voceras milaneses habían intentado agraviarla pocos días antes en la Scala. Así que hubo también un punto de reivindicación. Un punto. El resto estuvo más que justificado. 

La segunda parte del concierto, más vibrante, fue un ejercicio casi gimnástico de capacidades vocales que dejaban patidifuso al más pintado. Aquí el público ya no dejó de vitorearla tras cada aria, cosa que ella agradeció con una naturalidad no exenta del tono profesional que se espera de una artistaza como ella. 



 Porque a ratos estuvo ligera, graciosa, divertida. Otros, brava como las tempestades de agudos que nos lanzaba sin compasión. También se la vio sufrir con las heroínas de las óperas que desgranaba. O coquetear con las flautas, o competir a gorgoritos con la trompeta barroca, que cada día me parece de ejecución más dificultosa. 

Y los bises, tres arias de Haendel, incluida "Lascia la spina", que, a pesar de ser muy consabida, sigue emocionándome, fueron el final de fiesta más espectacular que recuerdo desde lo de Jaroussky en el Teatro Real. 


¡'Vaya noche!


sábado, 1 de diciembre de 2012

"Un árbol. Una roca. Una nube". Carson McCullers




(Carson McCullers)

(...) -Es esto. Escucha atentamente. Medité sobre el amor y saqué la conclusión. Me di cuenta de qué es lo que nos pasa. Los hombres se enamoran por primera vez. Y ¿de qué se enamoran?
    La tierna boca del niño estaba medio abierta y no contestó. 
-De una mujer -dijo el viejo-. Sin sabiduría, sin nada para poder ir por ahí, emprenden la experiencia más sagrada y peligrosa de este mundo. Se enamoran de una mujer. ¿Es esto, no, hijo?
-Sí -dijo el chico desmayadamente.
-Empiezan por el revés del amor. Empiezan por el punto crítico. ¿Te das cuenta de por qué es algo tan desgraciado? ¿Sabes cómo deberían querer los hombres?
    El viejo alargó la mano y agarró al chico por el cuello de la chaqueta de cuero. Lo sacudió suavemente y sus ojos verdes miraron hacia abajo sin pestañear, graves.
-Hijo, ¿sabes cómo debería empezarse el amor?
    El chico seguía sentado, pequeño, callado, tranquilo. Poco a poco meneó la cabeza. El viejo se acercó más y murmuró: 
-Un árbol. Una roca. Una nube.

(Incluido en la colección de cuentos "La balada del café triste")

El Cuarteto Tokio, en el Auditorio




Ayer actuó el Cuarteto Tokio en el Auditorio Nacional de Madrid. Como siempre, estuvieron a inmensa altura, tanto en lo referente a la técnica, apabullante pero humilde, sin alardes innecesarios, solo con su acostumbrada brillantez y precisión, como en lo tocante a sensibilidad e inteligencia para abordar las obras. Que no fueron más que dos cuartetos de Bartók y uno de Lera Auerbach. 

Del ultimo cuarteto interpretado, el nº 4 de Béla Bartók, me he quedado con el virtuosismo casi sobrenatural del 2º movimiento, un prestissimo tocado con sordina...




... y con el 4º movimiento, todo él en pizzicato, que es de lo más espectacular, intenso, divertido y preciosista que puede escucharse en una sala de cámara. 





A quién va a extrañar ahora que Bartók sea un maestro inigualable del siglo XX. Pero es que a veces uno se olvida de lo buenos que son estos "viejos" y lo fácil que resulta quedarse boquiabierto con los cuatro mangantes que te descubren el Mediterráneo a golpe de promoción comercial.  

Pues eso: quien quiera darles sopas con onda, que deje el arco en el suelo, toque sólo con la yema de los dedos y a ver qué tal le sale. ¡No te digo..!