jueves, 13 de noviembre de 2014

"King Arthur", de Henry Purcell, por el King's Consort & Choir.


Creo que los he visto cuatro o cinco veces, y cada vez me gustan más. Da igual qué toquen. Tienen una innegable maestría y un sentido de la interpretación del repertorio barroco que deja pasmado aun al más reacio. 

En el caso de "King Arthur", de Purcell, lo tenían fácil. O más difícil que nunca, depende de cómo se considere. Fácil, porque es una obra de gran lucimiento, tanto para la orquesta (fantástica esa noche, no deseaba que acabaran) como para los solistas (todos, todos estuvieron a altísimo nivel, especialmente la soprano y el tenor, pero me gustaron todos).

Y difícil porque, si no se da la talla, las carencias resaltan como faros en esta obra de problemática ejecución y muy conocida. Nadie puede deslizarse lo más mínimo. Los King's Consort tuvieron la noche feliz, como tantas otras, y demostraron que no llevan en el escenario desde 1980 por nada. 

Como muestra, dos fragmentos más bien intimistas de una obra que tiende a lo grandioso y coral. Una delicia. 






Con estas maravillas, ¿a quién se le ocurre pensar en corrupciones, cataluñas y demás? De eso ya hablamos otro día.