jueves, 17 de septiembre de 2009

Batiendo el tópico (II)




Tengo para mí que no todo es tan fácil: recordemos lo que tantos panfletarios del pensiero débole llevan voceando desde hace décadas. Décadas, sí. Sucede como con el posmodernismo. Poetas ultranuevos y nocillos varios acaban de descubrirlo y se embeben en sus fáciles seducciones, o eso suponen ellos, pero en el mundo anglosajón funcionaba ya en los primeros años sesenta y nada es tan cómodo si pretende tener un cierto rigor. No es cosa de seguir una receta, sino de talento y disposición para hacerla propia.

Pues bien: el afán por construir logros perecederos, por no dejar huella que perdure y, a cambio, ser ágil, ligero y muy, muy divertido, aparte de que ya está más que visto desde los años ochenta (recuérdese la extrema faiblesse intelectual que acompañó la movida) me da la impresión de que es una excusa facilona que ampara cualquier pereza. O cobardía intelectual, que vienen a ser sinónimas.

Porque la conciencia de lo perecedero no nos exime de intentar violentar las leyes. Me refiero a la tendencia universal a la entropía o, si se quiere más llanamente, al olvido. ¿No proclaman los novísimos talentos desprecio absoluto por lo que se pueda pensar dentro de un tiempo? Pues olvidémonos también de lo que puedan pensar ahora. A lo mejor todo resulta más fácil y se aclara la visión.

A que no hay.

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