jueves, 24 de febrero de 2011

Estaba pensando esta mañana que la fijación exclusiva por la música crea una limitación del intelecto, una simpleza en las reflexiones que es similar a las de quienes sólo se preocupan por el arte.

Yo mismo lo he comprobado en los comentarios que adjunto a los videos musicales, cada vez más pobres y menos inspirados. Salvo cuando la música sirve para ejemplificar o aderezar un pensamiento previo. Ahí sí que brilla la lucidez, envanecida con el lustre de las notas.

Por ejemplo, este fragmento del Orfeo de Monteverdi, que aúna música y danza con rara felicidad. No sé si tiene mucho que ver, pero es que me puede la pasión.

No hay comentarios: