lunes, 19 de diciembre de 2011

Me temo que estamos de bajona.





Flota por ahí un ambiente generalizado de pesimismo, una abulia tensa, quizá mezclada con dosis de miedo ante lo que se nos viene encima. Me pregunto por qué. 


Por qué hemos de estar cariacontecidos si lo que sucede es fruto directo de nuestras acciones. Tanto es así que estamos dispuestos a volver a las andadas en cuantito nos den un respiro. 


Vean, por ejemplo, la promesa del de la barba de reanudar las deducciones por compra de vivienda habitual. ¿Le apetecerá inflar otra burbujita? Creo que el fuelle no da para más historias, máxime con la situación catatónica del crédito, pero vaya. Por intentarlo no va a ser. Hay que tropezar de nuevo en el mismo peñasco. 


Por qué vamos a lamentarnos si nosotros los hemos aupado a donde se regodean de su suerte. Quién se lo iba a decir hace tres años y medio, cuando casi abandonan. Lo bien que viene una crisis para desbancar a los que gobiernan. Hagan lo que hagan y como lo hagan, que eso no importa a nadie. No obstante, después de su despreciable actuación, ahora piden consenso. Hay que ser optimistas. Los otros seguro que van con el rollo de ejercer una oposición razonable y pican. ¡Si es que los hay idiotas!


No veo por qué estamos tan hundidos si todos hemos contribuido a crear la atmósfera de triunfalismo junto al precipicio en que todo servía para aparentar que se es lo que nunca debería. Y comprar lo que no estaba al alcance salvo de los créditos absurdamente generosos. Sí, claro, concedidos por la misma banca que ahora los deniega y ejecuta el embargo. 


Ahora nos dicen que no hay que gastar. Vale. Bueno. Ahorraremos. Lo que no sé es quién va a poner en marcha la maquinaria si nadie compra, pero... 


Si es que deseamos volver a las andadas, por qué negarlo. 
En cuanto vemos una lucecita al fondo del túnel el culo se nos hace  gaseosa. 

No hay comentarios: