viernes, 7 de septiembre de 2012

El cuarto de varios: "Rehenes", de Stefan Heym




Debo a una gozosa confusión el haber dado con "Rehenes". Sucedió que ya había leído la poesía de Georg Heym traducida a español y asimismo su novela "El ladrón", publicada por Ed. Amaranto-Sipiente. Así que pensé que era otra más del mismo autor, desconocida para mí, y se la compré a Pepito, el de la librería Antígona.  

Pues no. Stefan no es lo mismo que Georg, y supongo que  apellidarse Heym en Alemania es bastante más común de lo que imaginaba. Conque, descubierto el error, la hojeé por encima y, al poco, estaba leyendo "Rehenes" con fruición.

No voy a decir que se trate de una joya de la literatura, pero es una novela deliciosa, ágil, con un tema atrayente y decididamente bien escrita, aunque a veces pueda parecer que muestra menos virtudes de las que realmente tiene.

El comienzo es de lo mejor del libro: en un cafetucho de la Praga ocupada por los nazis desaparece un oficial de la Wehrmacht. A pesar de que a todas luces parece tratarse de un caso de suicidio, todos los presentes son detenidos y considerados rehenes, en tanto se entrega a las autoridades el culpable del "asesinato". Si no lo hace en un plazo de días, serán fusilados. 

Resulta que entre los detenidos está un miembro de la Resistencia que, en comandita con otros dos personajes que forman una trama paralela, ideará un plan para hacer que la barbarie ocupante sea burlada y los verdugos vean sus planes completamente frustrados. 

Así contado, puede parecer un cuento de hadas o una comedieta fantástica. Algo de fantasioso hay en esta historia tremenda, quizás la idea de que la inteligencia y la moral vencen finalmente a la sinrazón totalitaria. Sin embargo, no tiene nada de complaciente. La brutalidad con la población ocupada es la única regla de comportamiento de los nazis. Los checos no pueden sino resistir hasta la muerte, soportando torturas y abusos de todo tipo. Sólo la integridad y la inteligencia de Janoschik, el improbable héroe de esta historia, consiguen revertir el esquema de fuerzas y hacer que los castigadores prueben su propia medicina. 

En resumen, una novela ligera pero no trivial, de escritura ágil y mesurada, extremadamente eficaz y con una trama impecablemente desarrollada. De esas que, aunque no lo digan las gacetillas de la contraportada, no hay modo de dejar de leer hasta que se acaban. 



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