martes, 17 de septiembre de 2013

El tiempo circular.




Puede pensarse que es la trampa, ni siquiera sutil, que cierra los días y nos engolfa en la rutina. O que los no ascendidos a cimas elevadas debemos retornar al aparente marasmo, aunque en realidad pantano de decepciones y arenas rutinarias que nos sorben. 

En esta metáfora, el peligro no es perecer asfixiados, sino sobrevivir eternamente para que todos los años tengamos que caer en la trampa. Otra vez. 

Taedium vitae, decían los decadentes. Ojalá pudiera aburrirme hasta el punto de no tener otro remedio que escribir. Como en la adolescencia. Pero entonces no estaba capacitado para casi nada. Ahora falta el interés. 

Ajeno, sobre todo.

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