miércoles, 24 de diciembre de 2008

Ahí va la mía



Eugenia Rico, una excelente escritora; su último engendro, algo muy recomendable; la espantosa portada que la adorna, el colmo del lirismo.
Hostia, qué despistado estoy. Nada me cuadra. Pero será cosa del malestar de fin de año: las mierdas me siguen pareciendo lo que son. Aunque florezcan en el terruño.

De todos modos, cuesta reconocer a las personas de antaño en las mezquindades de hogaño. Hubo un borges -creo recordar- que afeó la afición de los españoles por los malos poetas. Pienso que se refería más bien a nuestra afición al sobeteo de camisa, al do ut des. De ahí la imposibilidad de decir a quien conocemos un "sí, pero no, de ningún modo".
Probablemente pase lo mismo con el que suscribe. No lo sé. Prefiero considerarme más tonto, más alejado del cotarro, menos feliz, más lo de siempre.

Y es que debo de ser masoca, pero me gusto así.

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