domingo, 8 de marzo de 2009

Amistades

La amistad deja un resto agridulce en la memoria que nos lleva a repetir. Siempre hay una frase truncada a la que desearía ver el rabo. O ese pequeño placer, ese contacto que ratifica el momento y las cuerdas que nos amarran, aunque nunca tan fuertemente como debieran.

Es cosa de temperaturas, cierto, pero no ofende si la sopa llega tibia a los labios. Tampoco si alguna vez nos ha esquilmado el paladar y hace falta tiempo y distancia para volver a saborearla.

Creo que voy a hacer una llamada.

1 comentario:

Blanca curiel dijo...

Pos podrías llamarme a mí, capullo, al fin y al cabo aguanté tu cabeza durmiente en mi huesudo hombro en un concierto de Krafwerk o como se ponga que ahora me da igual.Como pases por baturria sin avisarme acabaré con tu cutis como termino con mis pulmones. Y sin más, te quiero,co o esta otra con acento pedrolero: ahhhh, cómo te amo.