sábado, 14 de marzo de 2009

Poetas serios







No os preocupéis: hoy no voy a pontificar. Pero me parece que ya está bien de aficionados. Si queremos emoción, nivel de escalofrío, autentico zarpazo de sensibilidad, tendremos que leer a los grandes.

Por mi parte, no soporto con demasiada paciencia las melancólicas tontunas que nos quieren hacer creer cosa imprescindible. Son demasiados, reciben demasiados galardones podres y ya ni se esfuerzan por parecer originales.

Por debajo de los 45 sólo conozco una persona que -a veces- me deja boquiabierto: Lorenzo Oliván. Reproduzco una joyita -y no la mejor- de su último libro, "Hilo de nadie":

LEJANÍA DE UN RITMO

No sé nunca quién llama
desde detrás del pulso

Pero levanto
mi ardiente piel expuesta
a todo
sólo sobre su son

Vivo abierto en el aire
sobre la lejanía
de un ritmo que se basta
a sí mismo
a sí mismo

que desemboca en mí
o en el que desemboco

Lato
leve
en su voz


Pero ayer leía a Wallace Stevens -"La roca"- y me encontré con:

UN ANCIANO DORMIDO

Están los dos mundos dormidos, están durmiendo ahora.
Un enmudecimiento los domina en una especie de solemnidad.

El yo y la tierra: tus pensamientos, tus sentimientos,
tus creencias y tus descreencias, toda tu peculiar trama;

la rojez de tus rojizos castaños,
el discurrir del río, el discurrir del amodorrado río R.


Y luego un detalle idiota me recordó al clásico:

¡Ay Floralba! Soñé que te... ¿Dirélo?
Sí, pues que sueño fue: que te gozaba.
¿Y quién, sino un amante que soñaba,
juntara tanto infierno a tanto cielo?

Mis llamas con tu nieve y con tu yelo,

cual suele opuestas flechas de su aljaba,
mezclaba Amor, y honesto las mezclaba,
como mi adoración en su desvelo.

Y dije: «Quiera Amor, quiera mi suerte,

que nunca duerma yo, si estoy despierto,
y que si duermo, que jamás despierte».

Mas desperté del dulce desconcierto;

y vi que estuve vivo con la muerte,
y vi que con la vida estaba muerto.

¡Qué le vamos a hacer! La verdad es que me dieron muy poquitas ganas de seguir sufriendo mindundis.

1 comentario:

Andrés Glez. Déniz dijo...

Nunca me ha gustado la palabra "mindundi" por el desprecio hacia el trabajo de otros que implica. Creo que los verdaderos mindundis son los que no hacen nada y tratan de impedir el reconocimiento de quienes se esfuerzan por hacer algo. Aquellos que siguen el lema de "si yo no puedo, tú tampoco". Ésos son los mierdas. Los mindundis.