domingo, 30 de enero de 2011

Dos consideraciones sobre el acto creador



Hay dos aspectos que me gusta recordar cuando me duermo en los laureles del proceso creador:

1º.- Cualquier página escrita, fotografía, estribillo de canción o escena cinematográfica, por malos que nos parezcan, exigen enormes dosis de pasión, inteligencia, cultura previa y capacidad de riesgo. Por ello, todos deben ser respetados. Sin exclusiones.

Pero no nos engañemos: respeto no quiere decir aceptación. Pueden ser una auténtica piltrafa y participar de esas dignidades. No por ello vamos a elogiarlos como si fuera el fin del mundo y todo diese lo mismo. Esa actitud, demasiado extendida entre cierto tipo de reseñistas à la violette que campan por babelias, culturales y otras hierbas volanderas, sólo confunde y lleva a justificar la inanidad creativa o la agrupación de interesados para medrar en el corralito. Cosa que ya vengo denunciando desde el principio de este blog.

2º.- La necesaria humildad que lleva el haber leído, visto y escuchado de modo crítico, de haber aprendido de los mejores, no empece para que uno esté legítimamente orgulloso de lo que produce. La autocrítica es imprescindible, pero tambíén la soberanía del autor. En uno u otro momento hemos de pensar "esto está muy bien, qué demonios". Aunque la sensación de plenitud sólo dure unos días. Aunque luego te arrepientas y mandes todo a la basura. Es parte del proceso, tanto como ver tus palabras en letra de imprenta. O en este blog.

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