miércoles, 18 de abril de 2012

"Lo siento mucho. Me he equivocado y no volverá a ocurrir".





Bien. Ya sé que un par de frases no son bastantes para justificar nada, pero hoy me he sentido orgulloso de tener en la Jefatura del Estado a alguien capaz de pedir disculpas por un hecho que, si bien moralmente muy objetable, desde el punto de vista jurídico o incluso institucional es casi irrelevante. 


¿Alguien recuerda a algún inculpado en la trama Gürtel o en tantos otros casos de corrupción haber hecho algo remotamente parecido? Yo, no. 


La soberbia convierte a la persona en aborrecible. La humildad acerca al hombre. 


No deberíamos tener rey, pero ¡qué rey tenemos!

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