viernes, 3 de mayo de 2013

Tareas de fin de semana. ("Capitulares", de Julien Gracq)



Adquirí el otro día en Antígona "Capitulares", de Julien Gracq, en Ed. Días contados. Cosa poco extraña, ya que soy admirador confeso de su obra desde hace bastante. Pero díganme si no tengo motivos al leer su comienzo: 

"Museo del oro de Bogotá: joyas, placas, pectorales, collares, copas de oro del Perú precolombino. Qué extraña sustancia es ese metal bárbaro que de entrada no reconocemos. No es oro esa materia lívida que reluce con acidez de latón, con erupciones rojas a trechos, y donde buscamos sin querer el primer mordisco del cardenillo, como tampoco es trigo esa mala hierba que encontramos, asilvestrada, en las mesetas de Etiopía: estamos, y se nota mucho, en presencia de una materia no sacralizada aún, no nombrada aún; y diríamos que eso la empobrece en su textura íntima, que la mengua en densidad y brillo: un primer balbuceo hacia la joya, un oro en estado naciente. El trato desconcertante que le dio al metal el artesano quechua tiene mucho que ver con todo ello: notamos que en este caso el orfebre se surte de esa materia como el alfarero se surte de arcilla, dando forma, juntas a una fíbula de exquisita filigrana y a una copa de medio kilo cuyo aspecto extraordinariamente tosco es el de un coco partido en dos. Porque el trato que le dan no va sino en estricta función de sus propiedades, de su aptitud para que lo martilleen en hojas o lo estiren en hilos, ese metal fabuloso les comunica a la vista y a la mano ese mismo extrañamiento sutil que los trozos de mármol que Duchamp talla como terrones de azúcar. 
Me recordó a las fotografías de grandes artistas de jóvenes, de estrellas antes de ser famosas, por lo blando, lo informe, lo indeciso, lo larvario que se desvela en ellas. Aquí sorprendemos el oro antes del toque de la varita mágica, cuando no era aún sino un pecado venal de la metalurgia".

Hay dos comentarios necesarios ante esta barbaridad:
a) Algún día quiero ser capaz de escribir así.
b) Que no deje de escribir, que me cuente más, lo que sea. 




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