miércoles, 14 de agosto de 2013

Tirón de orejas.




La corrección, quitar el viento en las velas, como decían los antiguos, apostillas no siempre bienvenidas, pero instructivas, hay que admitirlas como parte del proceso. 

He recibido la crítica y el rechazo de una empresa a la que envié "Los días y la noche" (en parte injusta debido a las circunstancias del envío, pero en parte digna de ser considerada) y creo que lo mejor es espaciar el castigo, considerar con frialdad los puntos en que se sustenta y sacar provecho. 

Otra cosa es la sensación de que hace falta ser alguien para que la lectura de sus textos aparezca desprejuiciada. Quiero decir que, harto ya de lecciones y teoría literaria aplicada al consumo inmediato y a cualquier tipo de mercado (aspectos ambos que me la sudarían si no fueran los que imponen la posible publicación), que es lo que suelen hacer quienes valoran por fragmentos, una novela no es cosa de aplicar los moldes conocidos y decir: esto cuadra, esto se sale. 

Yo, como lector, no me permito ese lujo. Pienso que los comentarios publicados en este blog sobre libros que me llaman la atención son bastante claros al respecto. Y no veo por qué alguien desconocido de una agencia literaria determinada decide aplicar sus moldes consabidos sin más ni más. No todo es como debería ser, según la teoría que se use en ese momento o las prácticas de mercado habituales. A veces, lo más interesante se encuentra en algo desusado. 

Se me ocurre ahora "Intemperie", de Jesús Carrasco, que encontré hace una semana traducida al holandés. A ver quién la aceptaría basándose en las gilipolleces cortoplacistas de esta banda de mercachifles. Y, sin embargo, es un lujo de novela que no tiene nada que ver con el panorama literario actual.  

(Salvo, por supuesto, las enormes distancias que me alejan de la obra y la prosa de Jesús Carrasco. No es mi negociado, por decirlo en otros términos). 

En definitiva: no tengo claro si me han rechazado por los errores aducidos o han buscado (y ampliado) esos errores porque ya estaba rechazado: no les interesaba el argumento, era poco comercial, y punto. 

Me temo que soy un poco torpe en dos aspectos: en saberme vender, ya me lo decía el recientemente fallecido Félix Romeo, y en los arranques de mis novelas. Esto último es lo que me interesa mejorar. 

No hay comentarios: