domingo, 12 de enero de 2014

Merleau-Ponty inducido y gozoso





Luis Álvarez me ha sugerido indirectamente en facebook la relectura de "El ojo y el espíritu", de Merleau-Ponty. Y creo que a cualquiera le puede resultar tan sugerente como a mí el comienzo del libro, que fue lo que me enganchó definitivamente a sus (a veces) altamente confusas, pero siempre interesantes reflexiones: 

"La ciencia manipula las cosas y renuncia 
a habitarlas. Saca de ellas sus modelos inter­-
nos, y operando con esos índices o variables 
las transformaciones que su definición le per-­
mite, no se confronta sino de tarde en tarde 
con el mundo actual. Ella es, siempre ha sido, 
ese pensamiento admirablemente activo, in­-
genioso, desenvuelto, ese prejuicio de tratar 
a todo ser como “objeto en general”, es de-­
cir, a la vez como si no fuera nada para no-­
sotros y sin embargo estuviese predestinado 
para nuestros artificios.

Pero la ciencia clásica conservaba el sen-­
timiento de la opacidad del mundo, al que pre­-
tendía alcanzar con sus construcciones; he 
aquí por qué se creía obligada a buscar un 
fundamento trascendente o trascendental para 
sus operaciones. Ahora hay esto completa-­
mente nuevo —no en la ciencia, en una filo-­
sofía de las ciencias bastante extendida— 
de que la práctica constructiva se considera 
autónoma y como tal se da, y que el pensa­-
miento se reduce deliberadamente al conjunto 
de las técnicas de aprehensión que inventa.
Pensar es ensayar, operar, transformar, con 
la única reserva de un control experimental 
en el que no intervienen sino los fenómenos 
altamente 'trabajados', y que nuestros apa-­
ratos más bien producen que registran". 




Un comienzo arrebatador. A partir de aquí, lo que me quiera decir, que me lo trago (provisionalmente) como si fuera gominolas. Luego ya no me suele convencer tanto, pero qué más da. La lectura de sus textos es más aventura intelectual que estudio de una visión del mundo. En cierto sentido, me recuerda a Claude Levi-Strauss, otro francés contemporáneo. Por eso son tan subyugantes. Por eso atrae tanto la filosofía. 

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