miércoles, 15 de enero de 2014

Philippe Jaroussky, porque no está el día para amargarse.







¡Qué barbaridad de hombre! 

Suspende de su voz con la misma ductilidad y tensión apacible que si estuviésemos observando a un volatinero mientras se juega la vida en la cuerda floja. Con la ligereza de lo evidente, de lo que no puede ser de otro modo. 

Hay peligro en dejarse embaucar por las evoluciones de su garganta. Podría ser que nos olvidáramos de respirar durante demasiado tiempo. Otros mejores han caído. 


P.D.: Hace unas semanas tuve ocasión de oírlo en Madrid, interpretando precisamente esta obra, entre otras, y fue lo que cuenta la entrada del vídeo: un orgasmo musical. Huelga decir lo que gustó al público, entregado desde el primer momento, y lo que lo vitoreamos. Está en otro nivel, sin duda alguna. 

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