jueves, 20 de febrero de 2014

Leer.




Ciertos detalles nos obligan a revisar la línea de unas acciones que, si nos remontamos al pasado más lejano, apenas se adivinan ya.

El otro día, el blog de Marta Sanuy "La mujer sin atributos", que está enlazado a la derecha de estas líneas, me recordaba (reivindicándola con cariño) la biblioteca de Julio Milagro, inicio que fue de todo para mí. Pocos recuerdos de infancia me son más queridos. Mi padre y los libros que calladamente me invitaba a explorar.

Ahora comprendo que esa era la mejor manera, y por muchos años única, de sondear en tiempos anteriores a mi nacimiento y en la sombra de una presencia materna que todavía no adivinaba.

Creo que en el verano de mis 11 años (o 10, no estoy seguro) leí por primera vez los tres tomos de "Las 1001 Noches" en la edición de Aguilar, la traducida por Cansinos-Assens. De aquellas tardes inagotables recuerdo la sensación de estar habitando un mundo fantástico casi palpable, casi olfateable. Aún ahora, con solo abrir la misma edición, el perfume delicado y áspero del papel envejecido me lanza otra vez a esos momentos y puedo oír los sonidos de la plaza del Castillo, en Marcilla, los escasos coches que pasaban bajo la ventana de mi habitación, las campanadas de la iglesia y el revuelo histérico de los vencejos en el atardecer.

Hoy mismo, casualmente, acabo de recomendar esa maravilla a una chica de apenas quince años, llamada Laura, muy aficionada a la lectura y, como no, dando sus primeros pasos en la escritura. Creo que es el mejor momento para introducirla en un lujo sensorial que, si lo acepta, nunca la abandonará.

De un modo absurdo, tengo la sensación de estar corrompiendo a la chica. Pero un día u otro iba a suceder, así que mejor con goce y con la misma herramienta que me libró del tedio pueblerino en mi preadolescencia.

Puesto que no es cosa baladí agenciarse los tres ladrillos y soy irreductible en lo de leer esa joya deliciosa en "mi" edición, precisamente, y no en otra, que las hay buenas y rebuenas, pero no, pues me veo prestándoselos en cuanto pasen los exámenes.

Quién pudiera leer esto por primera vez:

"...En los tiempos remotos y en los siglos antiquísimos hubo un rey de los reyes de Beni-Sasán que reinó en las islas de Al-Hind y de Az-Zin y era señor de ejércitos y huestes y tenía muchedumbre de guardias y servidores y visires y emires. Y al morir dejó dos hijos en la flor de la edad; de ellos, uno el mayor y otro el menor, y ambos buenos caballeros y bravos y esforzados, salvo que el mayor lo era más que el menor..."


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