jueves, 26 de junio de 2014

Volumen II de "Las Mil y Una Noches" (Editorial Aguilar), que comienza así:




Noche 258. 

"Cuentan también que el rey, el equitativo Anuschirván, salió un día de cacería y hubo de distanciarse un poco de su escolta, persiguiendo una gacela. Y en tanto iba tras ella, hubo de divisar una alquería allí cerca. 

Iba sediento el monarca y era mucho lo que la sed le atormentaba, por lo que se dirigió a aquel caserío y llamó a la puerta de la primer casa que halló en su camino. 

Salió a abrirle una muchacha, y el rey pidióle un poco de agua. Miró la joven al monarca y tornó a entrar en su casa. 

Pero a poco volvió, trayendo en su mano una caña de azúcar, y exprimió su xumo en un vaso con agua y vertió en ella un poco de esencia que parecía tierra. Después de lo cual presentóle el vaso a Anuschirván. 

Miró éste el vaso y, al ver en él aquello que parecía tierra, empezó a beber despacio y como con desgana, hasta que al fin no dejó nada. Y después díjole a la muchacha: 

-¡Ye, mocita! El agua que me diste me supo exquisita, sólo que esos polvos que echaste en ella enturbian toda su pureza.

-¡Ye, huésped ilustre! -respondióle la joven-. Esa escoria que te desplació echéla yo en el agua con toda intención. 
-¿Y por qué hiciste tal? -inquirió Anuschirván.

-Pues escucha y verás -le contestó la joven. Cuando llegaste acá, venías tan sediento que, al darte yo de beber, temí que apurases de un trago todo el vaso y que te pudiera hacer daño. De cierto que si no echo en el vaso ese polvito te lo bebes todo de una sentada. Y sabido es que el agua así bebida no sienta bien. 

Maravillóse Anuschirván, aquel monarca dotado de equidad, de oír las palabras de la joven y admiró su perspicacia y comprendió que lo que le dijera era indicio de fina inteligencia."


Yo voy a seguir leyendo esta historia...

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