miércoles, 9 de julio de 2014

Cansancio.



Por estas fechas suele suceder. Al fin y al cabo, llevamos tantos meses sin relajarnos que, entre el calor, la perspectiva de las (cortas, muy cortas) vacaciones y el enorme ajetreo de un solar en perpetuo movimiento (es lo que parece el insti estos días de obras, traslados, tribunales y compras) uno siente que se va desmoronando por dentro. 

Es como una pérdida de perspectiva y, a la vez, un nuevo enfoque. Creo que desajustado. Dato objetivo: no suelo ser amigo de siestas, pero acabo de levantarme de una que se me antojó imprescindible. 

Por lo menos, el domingo hay elecciones. Veo en el ambiente unas ganas nuevas de partir de cero. O no por completo de cero, pero sí para construir una nueva plataforma mental que dé cabida a la renovación imprescindible. Esta vez, de verdad, mostrando a cara descubierta qué es ser de izquierdas y por dónde les van a dar las tortas a los que tanto nos están deteriorando el cotarro. 


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