jueves, 5 de febrero de 2015

Casualmente


Pues estaba leyendo "Los jóvenes bárbaros", de Mircea Eliade, y en su página 265 me topo con esta conversación entre varios jóvenes intelectuales en la Rumanía de los primeros años 30.

"-¿Quién sabe de vuestros dramas y sufrimientos, eh? ¿Quién sabe de vuestras obras? ¿Diez, cien, mil personas?
                                        (...)
-Mi querido amigo -dijo con calma David-, a Goethe lo conoce mucha menos gente que a Ramón Novarro (...). Lo que dices es completamente absurdo. Es natural que tus millones de rumanos, o de ingleses o de rusos, no entiendan lo que hablamos y escribimos. Este no es un criterio válido para juzgar nuestras acciones o nuestros pensamientos. No importa si sólo nos entienden mil o cien hombres en lugar de un millón. Quiénes son esos hombres, eso es lo único que importa, ése es el único criterio para emitir un juicio de valor.

-Tanto peor para vosotros, los intelectuales. A mí no me importan el millar ni el centenar sino los millones. 

-Si la humanidad hubiese adoptado ese criterio desde el principio de la historia, no habría existido historia. No se habría descubierto nada, no se habría creado nada. La primacía colectiva pura sobre la élite significa la vuelta al reino animal. Idénticas leyes económicas y biológicas siguen una manada de toros y una sociedad humana.
                                      (...) 
-En otras palabras: desprecias al hombre que se ha quedado ligado a la tierra, desprecias a todo hombre que no sea capaz de entender a Eddington o de disfrutar con Picasso. 

-Nada de eso, no lo desprecio. Hace mucho que me conozco esa arma vuestra: la de considerar la inteligencia, la cultura y el talento como medios subversivos para menospreciar y oprimir a los demás. Pero esa es un arma ridícula. No traicionar nuestra misión, la misión del conocimiento y de la creación no significa que se desprecie a los hombres que hay a nuestro alrededor, a los hombres que se han quedado ligados a la tierra, como tú dices."




Lo copio por si tiene algo que ver con mi entrada del otro día ("Floración") y la intervención de ese argentino anónimo que creo que tomaba el rábano por las hojas. 

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