lunes, 30 de marzo de 2015

Escribo...



A pesar de la experiencia, nadie más que el obseso sabe lo mucho que cuesta volver a su obsesión. 

A veces, uno se escuda en la falta de preparación: tengo que documentar esta minucia, no acabo de ver lo que sucede en esa escena, a tal personaje no lo he llegado a entender...

Pamemas. Miedo a comenzar. Falta de ganas de decidir cuál de los proyectos va a entronizarse definitivamente como El Proyecto. Desde ese punto, va a absorber todas las energías, imantando la realidad hasta que parezca que no deja de mandar mensajes inequívocos, que se camufla con frases ya pensadas. 

En definitiva, es pereza por dejar de una vez el estadio más delicioso de la creación, cuando todo está en notitas dispersas, líneas argumentales aún reemplazables, en fragmentos felicísimos que solo archivo en mi cabeza y no han llegado a establecer relaciones firmes entre sí. 

Es que lo más placentero siempre ha sido pensar. La redacción es simple oficio, y más propio de escribanos. 

Aunque también tiene sus arduas bellezas. Otro día las comentamos.


1 comentario:

Unknown dijo...

Pero menos mal que se escribe, menudas perlas me hubiera perdido sino. Y por aquí tampoco es que escaseen esas arduas bellezas, ¿eh?
Un besico.