domingo, 5 de julio de 2015

Bendecido.



Pocas veces sucede. Nunca en plural, por supuesto. Tengo la firme convicción de que en comandita no puede hacerse nada que funcione como es debido. Y, a menudo, tampoco yendo a mi aire. 

Salvo cuando llega la situación de empezar a crear. Entonces sé (porque estas cosas no se analizan ni se barruntan: se conocen al instante) que las potencias están desbordando el cuenco llamado cerebro y que ese rebosar genera inquietudes, dudas, miserias de diverso calado pero siempre imantadas por algo que las hace livianas y fructíferas. Es hora de pasar al lado de la producción. Las demás actividades, si bien permitidas e incluso necesarias, se quedan en el fondo. 

¿Sirven de contrapeso? Por supuesto, con tal que no molesten lo que ahora va a acaparar toda mi atención. Y es que pensar en lo ajeno exige siempre un alto grado de introspección.

Así que esta temporada, si no saludo o no respondo a una pregunta o sencillamente me quedo mirando a las avutardas o de pronto cojo un trozo cualquiera de papel y anoto furiosamente cualquier fruslería, no hagáis ni caso. Dentro de unos meses despertaré y volveré a ser el de siempre. 


No hay comentarios: