sábado, 4 de julio de 2015

Communication breakdown




Lo recuerdo bien: esa era la canción de los Led Zeppelin que sonaba constantemente en el tocadiscos de la peña. También "Moby Dick". Creo que aquel día eran los únicos singles que quedaban intactos: poco antes habían sido fiestas y a saber qué fue de los otros.

A algunos les encantaba el inacabable solo de batería, a otros, la voz aguda de Plant y la potencia guitarrera de Page, con ese riff medio heavy que era entonces lo más de lo más. 

Aunque daba la impresión de que ya no lo escuchaban. Sentados de cualquier manera sobre colchonetas dudosas, sillas desvencijadas, un asiento relleno de algo indefinido que aún conservaba la forma de pesebre, todos estaban fumando. Observando. Calibraban al recién llegado. 

¿Cuánto había transcurrido desde que me fui? Dos años, tres a lo sumo, y ya no conocía a nadie. Sombras, anécdotas, recuerdos velados. Quería interpelarlos, mostrar mi antiguo conocimiento y los guiños que nos conformaban. Las cosas habían cambiado. Los rostros, aunque todavía reconocibles, no me respondían.

Alguien me abrió un botellín no muy fresco. Lo bebí como si me gustara, sin limpiar los retos de orín con la mano. Estuve unos minutos callado, observando los rostros en penumbra. 
Por fin, alguien rompió el silencio. Quería saber de mi vida. Pero entendí que no le importaba. Ni a él ni a ninguno de los demás. Salí del paso con vaguedades y entonces fui yo el que interrogó. ¿Qué había sido de fulano? ¿Dónde estaba el otro, mi compañero de tales y cuales andanzas infantiles? ¿Y las chicas? ¿Seguían como siempre? 

A veces se reían de mi ingenuidad. Claro, yo me había quedado estancado en los doce, trece años. Ellos conocían el resto, juzgaban con mejores datos, no se dejaban ofuscar por mis nieblas.


Tras aquella tarde decepcionante en una peña cuyo nombre no recuerdo, supe que tampoco pertenecía a ese lugar. Nunca más volví. 

No hay comentarios: