martes, 10 de noviembre de 2015

Fantasías


Cataluña o, al menos, parte de los catalanes, está viviendo estas semanas en una fantasía que insisten en llamar "independencia". Y, como suele suceder con las fantasías, hay un reverso oscuro y unos costes inesperados que parecen inseparables de tamaña dicha.




"Ójala consigas lo que deseas", dice la maldición. Me temo que algo así les va a pasar dentro de poco a estos botarates que, en el plazo de cuatro o cinco años, han girado hacia la ruptura total con la nación española. 

Nadie con un punto de sensatez entiende por qué, de pronto, es tan insoportable vivir juntos. Cierto es que los problemas evidentes que aquejan al sistema autonómico y al caso vasco y catalán, concretamente, no se han resuelto con el gobierno de un asno como Rajoy. Al contrario, su táctica de dejarlos pudrirse ha resultado tan nefasta como conveniente para los ventajistas que buscaban ganancia a río revuelto. 




Pero eso no obsta para que cualquiera, en su lugar, hubiera intentado fórmulas políticas de negociación, presión o incluso amenaza. En el caso, claro está, de que intentara solucionar algo. Lo que ha hecho un mentecato como Mas, asediado por docenas de casos de corrupción, entre los que destaca la espectacular trama mafiosa de la familia Pujol, es tirar adelante, en la esperanza de enmascarar con la fantasía futura sus vergüenzas presentes.


 Ahora mismo, parece dudoso que consiga repetir como presidente de la Generalitat. Los de la CUP se la tienen jurada. Pero es que cualquier otro candidato no va a ser mejor, tal y como están las cosas. 




En cuanto a lo que espera a los catalanes, a quienes me resisto a llamar incautos, tras una hipotética secesión (1) para lo cual "se desobedecerán algunas leyes", así como las decisiones del Tribunal Constitucional y cuanto haga falta, es para echarse a temblar. 

La desfachatez con que unos representantes del pueblo, que lo son en virtud de una constitución y un estatuto de autonomía, vulneran la misma fuente que les legitima, es presagio grave de lo que podría llegar a ser esa supuesta "república catalana".

Porque no nos olvidemos que el gobierno que salga de las proximas elecciones puede ser más o menos conciliador y dialogante, pero siempre será firme en el rechazo a las declaraciones unilaterales de independencia. Y si esos politicastros se empeñan en hacer lo que les da la gana van a llevar todas las de perder. 

Nadie quiere hablar del famoso artículo 155, la suspensión de la autonomía en caso de desobediencia grave. Pero eso es precisamente lo que está planteando el Parlamento catalán, así que... 

Fantasías, como decía antes, que van a resultar muy caras para todos. Y me consta que hay unos cuantos sinvergüenzas dispuestos a que los demás sigan pagando sus tejemanejes y corrupciones. 


(1) Que se lo han creído. 

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