viernes, 26 de septiembre de 2008

A dónde vamos a llegar con esto de Youtube.

A veces, internarse en Youtube puede ser una experiencia demoledora. Por eso, vamos a dejar claras unas cuantas obviedades:

Si uno es un escritor de medio pelo que apenas sabe hilar reatas de frases yuxtapuestas y cree que incluir un par de tacos es suficiente para dar fuerza a cualquier mierda de narración.

Si no tiene la menor idea de lo que es un argumento, ni imaginación para lograr ideas interesantes ni para desarrollarlas en el caso improbable de que se le lleguen a ocurrir.

Si no domina el vocabulario ni el ritmo, no es elegante en la dicción ni consigue atrapar con la fuerza de sus historias.

Si el mayor mérito de su currículo es que ha conseguido publicar tales bazofias con sorprendente facilidad por obra y gracia de sus muchas y muy trabajadas relaciones.

Si, por ende, no declama con soltura, no tiene la voz bonita, no lee con la mínima entonación y tampoco capta la atención del auditorio porque no sabe imprimir un ritmo atractivo ni a sus propios relatos.

Por lo menos, alma de cántaro, no cuelgues en Youtube esos vídeos en que farfullas torpemente mientras los oyentes, demasiado educados, sestean esperando que acabes. Lo que tarda una eternidad en suceder.

Y, encima, la imagen es cutre y el sonido, lamentable.

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