miércoles, 8 de octubre de 2008

Dicho de otro modo: ¿cuál es el motivo?

El que nos induce a perder incalculables horas esforzándonos en la escritura de cualquier novelucha que, en el mejor de los casos, va a encontrar enormes dificultades para salir a la luz, si al final lo logra. PARECE SEPTIEMBRE fue concluida a principios de 2003 y el otro día la presentábamos. La cosa tiene bemoles. Y eso que no he contado una de las anécdotas más sabrosas, la que me sucedió cuando, allá por 2005, la editorial (o algo así) Punto de Lectura se interesó por mi novela. Lo dejo para otro día en que me encuentre más risueño.

Pero decía que hace falta tal fuerza de voluntad para llevar a cabo -con algo de solvencia y honradez, por lo menos- un proyecto literario de aquellos en los que me suelo embarcar que cuando estoy sumergido no puedo ni imaginar cuándo acabaré, cuál será el resultado final, qué impresión causará entre sus primeros lectores.

En ésas estoy ahora mismo, medio decepcionado de cómo están yendo las cosas con algo que debería tener ya casi olvidado pero insiste en volver a amargarme y a mitad de LOS DÍAS Y LA NOCHE, título definitivo de una novela que se resiste a dejarse domeñar. O yo me resisto a sumergirme de lleno en otro universo, a la vista de lo que se obtiene con estos desvelos.

A veces me encuentro donde no me gusta verme. Y nunca, nunca estoy charlando con nadie de asuntos que me importen.

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