viernes, 16 de octubre de 2009

Las novedades habituales




Días de cierto estudio y lecturas extraordinarias. En el sentido de poco comunes, quiero decir. En efecto, sufro de planteamientos radicales: "La puta de Babilonia", de Fernando Vallejo en Seix Barral, colección Booket, 2009. Una muy excesiva denostación de todo tipo de falseamientos ideológicos. En concreto, de aquellos que son responsabilidad de la Iglesia Católica. Tan apabullante en erudición como divertida. Y desengrasante del tufazo bienpensante e hipocritón que estos mismos días anda manifestando su doctrina callejera.

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Por otra parte, pensaba el otro día que yo fui un adolescente mediocre de una ciudad mediocre en la muy mediocre transición. Mi educación, que en principio no podía dar demasiado de sí, conseguí fortalecerla por propia iniciativa. Más a golpe de disfrute que de sacrificio, todo hay que decirlo. Pero, por el motivo que fuera, siempre intuí que insistir en las medias tintas acabaría por ahogarme. Y no exagero con lo del ahogo. Era algo físico.

La cuestión, vista desde estas alturas, parecía clara: seguir entre balidos o tentar las propias pretensiones, pretender con sentido y no cejar hasta alcanzarlo. Se puede ser ingenuo, y ahí hemos estado muchos, pero bastante peor es ser cobarde. O perezoso.


Tampoco vamos a exagerar con las mejoras educativas: cada día encuentro un área de la que no tengo ni la más remota idea. O una torpeza intelectual, o una zafiedad moral que me pasaba inadvertida. Sospecho que siempre va a ser igual, así que ya me voy acostumbrando. El mejor remedio quizás es la curiosidad. Si la pierdo, buscadme en los torneos locales de guiñote, arrastrando lo que se tercie.


P.S.: ¿Qué coño me habrá hecho el guiñote para que lo tenga en tan mal concepto? Debe de ser por asimilación del ambiente.

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