lunes, 23 de agosto de 2010

Estoy totalmente rendido a Hélène Grimaud




...Aunque mejor podría decir que me rindo a Beethoven con armas y bagajes. La única gran pasión de adolescencia, junto con la literatura, que todavía sigue siéndolo. Y va a más.


Hace poco leí un librillo de la estirpe de best-seller titulado "La décima sinfonía" tan sólo porque trataba de la posibilidad de que sí existiera una Décima Sinfonía completa (no los bocetos preliminares del primer movimiento que Ludwig dejó a su muerte; incluso han aparecido reconstruidos y grabados en CD y, por supuesto, me he apresurado a comprar). El libro no pasa de ser casi entretenido. Estoy pensando en donarlo a alguna asociación de marujas de Puerta de Hierro... En cuanto al disco, se parece a lo que podría ser un bis de la Séptima Sinfonía. Bastante mediocre. 


Lo malo de Beethoven es que tomaba infinidad de notas, aparentemente anodinas, y de ahí desarrollaba los exquisitos movimientos que ahora conocemos. El ínfimo material de partida no prefigura en ningún autor con talento desarrollos excepcionales. Es lo contrario del autor mediocre, o de pane lucrando, o best-selleriano: con temas a priori interesantes y atractivos produce puta mierda. 


Quizás lo único en que nos parecemos Beethoven y yo sea en eso de las notas. Ahora que estoy otra vez inmerso en un proyecto importante compruebo hasta qué punto su buen fin depende de las humildes impresiones, muchas de ellas recogidas en servilletas de papel o en recibos y libretas de diversa calaña, que configuran una visión compleja y sujeta a variaciones por motivos de dinámica interna, por los efectos que ejerce el lenguaje sobre sí mismo, que diría Ferlosio. 


Esto habrá que tratarlo otro día. Ahora vamos a disfrutar de Grimaud, amante de los lobos y sutil (y enérgica) pianista que entiende muy bien al Sordo.

No hay comentarios: