sábado, 25 de mayo de 2024

sábado, 4 de mayo de 2024





Lo recuerdo una vez más; el próximo miércoles 8 de mayo a las 19:00 estaremos Luis Álvarez Falcón y yo presentando "MAREA DE MI TIEMPO" en el antiguo Salón de Plenos de la Diputación Provincial de Zaragoza (entrada por C/ Cinco de Marzo, 8). Os esperamos a todos. 

 

lunes, 1 de abril de 2024

                         

              

                 PRESENTACIÓN DE "MAREA DE MI TIEMPO" EN ZARAGOZA

Ya hay fecha para la presentación en Zaragoza de "Marea de mi tiempo", XXXIII Premio Santa Isabel de Aragón de Narrativa. Tendrá lugar el miércoles, 8 de mayo a las 19:00 en el antiguo Salón de Plenos de la Diputación Provincial de Zaragoza (entrada por C/ Cinco de Marzo, nº 8). 

Presentará la novela Luis Álvarez Falcón, profesor de Filosofía en la Universidad de Zaragoza. 

Espero veros por ahí a todos los que podáis. Me encantará saludaros y charlar un rato (prometo ser breve).


lunes, 15 de enero de 2024


ENTREVISTA PARA ANTENA ARAGÓN DE TARAZONA 

el 23/12/2023.


 https://www.facebook.com/share/p/CMX4YnJpU8FuTXbH


(La entrevista comienza a partir del minuto 11:45)

jueves, 16 de noviembre de 2023

 "Marea de mi tiempo", premiada en Zaragoza (y 2) 

http://www.dpz.es/noticias/la-dpz-concede-el-xxxiii-premio-santa-isabel-de-narrativa-al-turiasonense-jose-maria-milagro-artieda-por-201cmarea-de-mi-tiempo201d

    ¿Y de qué trata la novela? Esta es la sinopsis que solía mandar a las editoriales cuando aún pensaba que tenía posibilidades: 

    "José Miguel, profesor de mediana edad casado con Miren, desempeña con escaso entusiasmo un cargo directivo en su instituto de Madrid. Lo que realmente le interesa es escribir. Cuando arranca Marea de mi tiempo imagina a Marisa Genzor, protagonista de Los halladores, la novela cuya redacción ha iniciado poco antes. En los meses que suceden veremos cómo esa novela se intercala con su vida cotidiana, más azarosa e interesante de lo que en un primer momento podría parecer.

    Porque José Miguel mantiene en paralelo una relación con Adriana, joven profesora de violonchelo, mientras busca cómo recomponer su decaído matrimonio con Miren. Llevar a buen puerto ambas relaciones no parece fácil, por lo que a menudo se refugia en el mundo paralelo de Los halladores, historia que parece a ratos replicar la suya propia o en otros desmentirla con ironía.

    Más aún, su hija Oihana, su ojito derecho, ha ido a estudiar diseño en Barcelona. Constantemente es motivo de preocupación para ambos padres, pues parece que ha comenzado a salir con un profesor de la Escuela varios años mayor que ella, y Miren no está dispuesta a transigir con ello. José Miguel está atrapado en su papel de padre y, a la vez, mediador entre las dos mujeres.

    Por otro lado, la jubilación del director de su centro de trabajo le fuerza a tomar decisiones drásticas que afectan a su futuro inmediato: no le queda otra que sucederle en el cargo meses después, circunstancia con lo que no había contado y que le causa no poca preocupación.

    ¿Y qué hay de Los halladores, la novela que José Miguel está escribiendo? Cuenta la historia de Marisa, funcionaria de la Diputación de Aragón, que es enviada a su ciudad natal, Badacena, a averiguar las causas de un extraño suceso: las tasas de lectura llevan tiempo rebasando todas las estadísticas y, además, preocupa una serie de muertes accidentales sin aparente explicación que vienen sucediendo con insistencia.

    Allí se encuentra con Nacho, un novio de juventud, y su pandilla de amigos, que terminan descubriéndole el misterio: don Aníbal Cerrada, un viejo prócer, adinerado y misántropo, ha muerto meses antes, dejando su herencia al pueblo de Badacena. Pero la condición es una sucesión de pruebas a modo de acertijos que deben resolver quienes, nacidos en la ciudad, deseen cobrar su parte de la herencia. Estas pruebas tienen cada vez de mayor dificultad y, al parecer, han sido sembradas de trampas de todo tipo que ya llevan cobradas varias víctimas. De ahí el uso exagerado de las bibliotecas para consultar todo tipo de pistas que conduzcan a la solución, y de ahí también los accidentes, en algunos casos mortales, que han llamado la atención de los superiores de Marisa. Esta se une al grupo en busca de las recompensas, que acabará por sufrir los efectos de más de una añagaza, mientras reanuda su relación de juventud con Nacho, tantos años después.

    Así, mientras la vida de José Miguel se desborda y, no sin daños imprevistos, logra volver a su cauce, también los personajes de esa novela están sujetos a giros del destino que parecen reflejar irónicamente los de su autor, hasta un final que anuda ambas historias con la misma serenidad que suceden los hechos cotidianos, y también con su misma extrañeza". 

miércoles, 15 de noviembre de 2023

"Marea de mi tiempo", premiada en Zaragoza.


    A ver, parece que desde hace años no encuentro motivos para entrar en este blog casi abandonado salvo cuando hay noticias que comunicar. Noticias de carácter literario, quiero decir. Y anteayer tuve la sorpresa de recibir el XXXIII Premio de Narrativa Santa Isabel de Aragón, Reina de Portugal, que concede cada año la Diputación Provincial de Zaragoza. 
    La obra premiada, una novela que escribí en el tiempo récord de unos seis meses el año pasado, se titula Marea de mi tiempo.
   Pues estaba en casa desprevenido, revisando una página web de muebles para elegir una mesita de comedor, que buena falta nos hace, cuando recibí la llamada de una amabilísima funcionaria de la dicha Diputación para indicarme que me enviaba por correo el modelo 145. Debía cumplimentarlo y enviarlo por e-mail para proceder a gestionar el premio. "¿Qué premio?", le dije. "¡Ah, que no se lo han comunicado!", respondió la pobre, casi tartamudeando. Y me dio la noticia del fallo, que se había producido al menos una semana antes, creí entenderle. Hay que joderse con los burócratas, con lo organizados que parecen, la de veces que patinan. 
    El Santa Isabel de Aragón llega en un buen momento, pues ya casi había desesperado de poder publicar mi última novela y estaba agotando los últimos cartuchos de la batería de editoriales, agentes literarios, encuentros con editores y premios varios que sondeo normalmente al terminar una obra. Créanme cuando digo que toco en todas las puertas que se me ocurren y casi no quedaba vecindario que molestar. 
    Por otra parte, y no es cinismo, el azar de los premios literarios que organizan empresas privadas y bastantes entidades públicas asociadas con editoriales cada vez me resulta menos azar y más compadreo de agentes, cuadrillas de amiguetes y pago de favores. Así que fue mayúscula la sorpresa al recibir el premio de la Diputación de Zaragoza, yo que hasta hace un rato ni siquiera conocía a los miembros del jurado. De nombre, quiero decir, porque tampoco he tenido el placer de verlos en persona. Y bien que me intriga conocer sus motivaciones, créanme.  
    Además, soy un tanto peculiar en mis hábitos de escritor y, en lo tocante a las novelas, me cuesta mucho comenzar la escritura de una mientras la anterior no la tengo colocada. Con lo que ahora sí puedo dedicarme a lo que realmente me interesa, ya puedo dar inicio a una historia que llevo pensada y repensada desde hace al menos diez años y que me va a costar bastante más que Marea de mi tiempo, eso lo doy por seguro. Ahí está la emoción. 

miércoles, 3 de enero de 2018

Presentación en los madriles




Como decía hace poco, la presentación de Madrid está al caer. Concretamente, el día 16 de enero, martes, a las 19:30. 
Será en la Librería Gaztambide (C/Meléndez Valdés, 52, Metro Argüelles). La introducción estará a cargo del escritor Santiago Trancón. 
Ni se os ocurra faltar. Pasaremos lista.



sábado, 16 de diciembre de 2017

"Lo peor de la lluvia" ya está editado.



Siempre he pensado que, si no se tenía nada que contar, más valía el silencio. Por eso, tras un largo retiro, vuelvo a este blog  para anunciar la publicación de mi nuevo libro de poemas "Lo peor de la lluvia".
La editorial Amarante, de Salamanca, ha decidido confiar en mí y editarlo en un tiempo récord. Esperemos que sea bien acogido. Vosotros tenéis la palabra.

Hablando de palabras, la presentación en Zaragoza tendrá lugar el sábado 20 de enero, a las 12:30, en la Librería Antígona (C/Pedro Cerbuna, 25, junto a la Universidad). Estoy intentando embolicar a un excelente poeta, narrador y ensayista local para que me ayude en la tarea. Veremos si se deja convencer.

La presentación en Madrid está todavía en el aire, pero ha de ser sobre esas mismas fechas. Pronto habrá noticias al respecto.

Por si alguien quiere adquirir el libro y regalarlo estas navidades a ese cuñado que no le cae bien, dejo este enlace:

https://editorialamarante.es/libros/poesia/lo-peor-de-la-lluvia

Y un avance para abrir el apetito:

GRAN ANÁLISIS DEL MOMENTO


Estoy leyendo últimamente libros que no entiendo
y esta llovizna azul, por definirla de algún modo
inteligible aunque erróneo, deja perlado el ánimo
de añoranza, a caballo entre el paseo confiado
y un traqueteo monótono vencido en obsesiones
que no hace tantos años me ayudaba a vencer
la habitual dosis colmada de basura. 

Puede ser la abstracción cotidiana de John Ashbery, 
esa que te permite creer que estás adentro
en su trama de obviedades tan sagaces, 
quizá la prosa adormilante de Heidegger, 
qué voy a hacer, me encanta ser alumno
de un escalpelo hundido hacia la nada, 
o a veces la suavísima locura Kawabata, 

la cosa es que esa lluvia resbala sobre el pelo, 
moja la nuca, enfría la corteza sensible
hasta querer derretirse de prosodia feliz, 
pero no hay átomo honrado que penetre; 
entendámonos bien, las páginas cepillan
con gran clase mis más toscas rebabas
y a veces imagino ser un todo con orbes tan vibrantes, 

pero el día se oscurece de repente, caen mucosas 
prendidas de las ramas y estremecen al pobre
caminante tras su perro, siempre engañado
y de pronto satisfecho de estar allí mojándose,
más necio que la misma solapa de sus libros vedados,
dispuesto a revelar las marañas perniciosas que le abaten
y cierto en que, al ser humano, de todo le llega un beneficio. 



domingo, 31 de enero de 2016

Paletos



Estos días me está pareciendo que este país anda bastante verde en cuestiones políticas. Si se trata de interpretar los resultados de las elecciones del 20 de diciembre, cada cual tira a su terreno y se oyen y leen las tonterías más extrañas y tesis rocambolescas. Porque, seamos claros: ha ganado el Partido Popular, por mucho que nos duela.

Ahora bien;  ya que su líder no es capaz de convencer a nadie para que apoye su candidatura (¿y qué pensaban, tras los 4 añitos que se han pegado?) habrá que dejar que Pedro Sánchez lo intente por su cuenta, creo yo. 

Pues no. Que si líneas rojas, que si gobernar con extremistas está muy feo, que si los barones por un lado y la fémina barona por otro, que si se consulta a la militancia pero no va a vincular a la Ejecutiva, que si el congreso para elegir candidato se quiere adelantar todo lo posible... 

En cualquier otro país europeo es de lo más normal formar coaliciones de diverso pelaje para llegar al gobierno. Que se lo digan a los italianos o a la Merkel, por ejemplo. Ahora mismo tienen que están partiéndose de risa con las memeces que se dicen en España. Y todas, con la mayor seriedad del mundo, como si nos fuera la vida en ello, que ya sabemos cómo las gastamos por aquí. 


No soy yo muy defensor de Sánchez, ya conocen mi predilección por Madina, pero ya que ha llegado hasta este punto, ¿por qué no dejan que intente algo, cosa que tiene bien difícil, y luego ya veremos? 

En cualquier caso, se podían ir yendo todos a hacer puñetas, paletos, que son unos paletos. 

martes, 12 de enero de 2016

DAVID BOWIE - PINUPS



Juraría que Pinups es uno de los discos de su gran etapa que menos se citan. 

En mi humilde opinión, esta colección de versiones del período 1967-69  (creo recordar) es espectacular. Invito a que cualquiera lo compruebe. 

Y afirmo que un buen "cover" demuestra en muchas ocasiones tanta genialidad como una canción original. 

jueves, 7 de enero de 2016

Y realidad


Hace cosa de dos meses anunciaba en este blog los peligros que acarrea toda utopía. Parece mentira que, tras las aberraciones del siglo XX, la gente todavía se trague el cuento de Caperucita Roja, pero es así. Cualquier charlatán con ansias de poder incontestable es capaz de embaucar a millones de personas, algunas de las cuales se suponen juiciosas y cultas. Sin duda, los humanos somos idiotas. 

Pero al final, como dice un funesto personaje de "Parece septiembre", las aguas vuelven a su cauce, y al común de los ciudadanos le toca pagar las consecuencias del desvarío. Porque, ahora que la movida independentista se ha ido a tomar viento, a ver quién es el guapo que reconstruye el cotarro de manera medio sensata. 

Lo primero, desde luego, es deshacerse de Artur Mas, un individuo tóxico, como lo calificaban hace unas semanas, que es capaz de dividir todo lo que toca en su afán por permanecer en lo alto del poder. Un tipo pernicioso para su partido, para Cataluña y España entera, sin duda. 

Luego, esperar que su contrapartida nacional (léase Mariano Rajoy) no gobierne y le siga dando excusas al independentismo más alocado para seguir por su senda, que no lleva sino al suicidio. 

Ahí me temo que la responsabilidad recae sobre nosotros. Porque, como decía hace semanas en Facebook, ¿en qué cojones piensa ese 27% de votantes que sigue confiando en el PP? ¿Qué más tiene que hacer este gobierno para perder unas elecciones? 

Ah, que la culpa es de la oposición. Pues estoy bastante de acuerdo. La delirante ralea socialista (barones y otras hierbas) está para darle de bofetadas. A Susana Díaz la veo bastante incapaz y, desde luego inoportuna por completo. En cuanto a los demás mindundis, que no rascan bola pero se creen con derecho a desgajar el partido, habría que recordarles que los votantes siempre castigan al que está desunido. Más aún, si se trata de la izquierda y tiene al lado una competencia tan poderosa como Podemos. 

Pero bueno, me temo que las próximas jornadas nos traerán sorpresas poco agradables. A esperar.


martes, 10 de noviembre de 2015

Fantasías


Cataluña o, al menos, parte de los catalanes, está viviendo estas semanas en una fantasía que insisten en llamar "independencia". Y, como suele suceder con las fantasías, hay un reverso oscuro y unos costes inesperados que parecen inseparables de tamaña dicha.




"Ójala consigas lo que deseas", dice la maldición. Me temo que algo así les va a pasar dentro de poco a estos botarates que, en el plazo de cuatro o cinco años, han girado hacia la ruptura total con la nación española. 

Nadie con un punto de sensatez entiende por qué, de pronto, es tan insoportable vivir juntos. Cierto es que los problemas evidentes que aquejan al sistema autonómico y al caso vasco y catalán, concretamente, no se han resuelto con el gobierno de un asno como Rajoy. Al contrario, su táctica de dejarlos pudrirse ha resultado tan nefasta como conveniente para los ventajistas que buscaban ganancia a río revuelto. 




Pero eso no obsta para que cualquiera, en su lugar, hubiera intentado fórmulas políticas de negociación, presión o incluso amenaza. En el caso, claro está, de que intentara solucionar algo. Lo que ha hecho un mentecato como Mas, asediado por docenas de casos de corrupción, entre los que destaca la espectacular trama mafiosa de la familia Pujol, es tirar adelante, en la esperanza de enmascarar con la fantasía futura sus vergüenzas presentes.


 Ahora mismo, parece dudoso que consiga repetir como presidente de la Generalitat. Los de la CUP se la tienen jurada. Pero es que cualquier otro candidato no va a ser mejor, tal y como están las cosas. 




En cuanto a lo que espera a los catalanes, a quienes me resisto a llamar incautos, tras una hipotética secesión (1) para lo cual "se desobedecerán algunas leyes", así como las decisiones del Tribunal Constitucional y cuanto haga falta, es para echarse a temblar. 

La desfachatez con que unos representantes del pueblo, que lo son en virtud de una constitución y un estatuto de autonomía, vulneran la misma fuente que les legitima, es presagio grave de lo que podría llegar a ser esa supuesta "república catalana".

Porque no nos olvidemos que el gobierno que salga de las proximas elecciones puede ser más o menos conciliador y dialogante, pero siempre será firme en el rechazo a las declaraciones unilaterales de independencia. Y si esos politicastros se empeñan en hacer lo que les da la gana van a llevar todas las de perder. 

Nadie quiere hablar del famoso artículo 155, la suspensión de la autonomía en caso de desobediencia grave. Pero eso es precisamente lo que está planteando el Parlamento catalán, así que... 

Fantasías, como decía antes, que van a resultar muy caras para todos. Y me consta que hay unos cuantos sinvergüenzas dispuestos a que los demás sigan pagando sus tejemanejes y corrupciones. 


(1) Que se lo han creído. 

domingo, 6 de septiembre de 2015

Llevo unos días atorado...

...Con las actividades del momento, las que más exigen y menos recompensan. Pero también hay felicidad en dejarse pasar sin más obligación que la exigida para subsistir. A veces, es impensable otra vida. 


Otra cosa: he leído "Distancia de rescate" (Ed. Random House) y los cuentos de "Siete casas vacías" (Ed. Páginas de Espuma), de Samanta Schweblin, autora argentina que viene recomendadísima por toda la modernez puesta en el momento y en lo que hay que hacer porque si no, no. 

La chica es buena, qué duda cabe. Tiene una prosa ágil, potente, fluida y muy capaz de llevar al lector adonde le interesa. Lo malo es que, en bastantes ocasiones, nuestros gustos divergen. Vamos, que me quedo como estoy. No acaba de calar hondo lo que propone. 

Ya me parece patético el que cada vez que surge un escritor con garra se le califique de, pongamos, "el nuevo Cortázar". Eso mismo han dicho de Samanta. Y hay dos problemas: primero, no se parecen demasiado. Segundo, no le llega a la altura del zapato. 

E, insisto, es muy buena y me agrada cuanto hace. Pero se recrea demasiado en un mundo propio, obsesivo, asfixiante, que me parece muy bien para una obra. Luego hay que dar alternativas al lector. Y ahí fallamos. 

Su novela "Distancia de rescate", por ejemplo, es original en el planteamiento y suficientemente vaga ( y tramposa) para tenerte en vilo un número corto de páginas. No toda la novela, a pesar de que tampoco es larga (124 páginas con letra gordota y espacios generosos). Parece más bien un cuento desmesurado, hipertrófico. Y eso le resta eficacia. 

Luego, la vaguedad estudiada de sus personajes y situaciones. El no dar datos suficientes para que el lector se sitúe no siempre juega a favor del texto. Si no sabes en absoluto qué hace la mujer narradora, quién es en realidad su interlocutor ni cómo acaba la historia, a la postre te preguntas por qué sigues leyendo ese ladrillo.

La virtud de Schweblin es que el lector siga atado a la lectura por algo más que disciplina. La debilidad, que no logra ser del todo interesante; simplemente, un texto demasiado oscuro. 

No sé si recomendar o no a esta autora. Tiene su valía, ya he dicho que es buena narradora, pero creo que debería articular mejor sus obsesiones. Por el momento, me reservo el veredicto. 



jueves, 13 de agosto de 2015

"Kokoro", de Natsume Soseki



Uno es tan idiota a veces que no se lo puede creer. 

Viene esto a cuenta de los prejuicios: solo por haber oído a Sánchez Dragó poner a Soseki por las nubes (creo recordar que a un gato suyo lo llamaba así) decidí que tal escritor no podía interesarme. Qué culpa tendría el pobre Natsume de que un occidental lo hubiera "descubierto" y se apropiara de sus méritos, como si pudiera contagiársele el facherío y la soberbia mayúscula del otro por el simple hecho de que lo nombrara. Pero así soy yo: o las cosas me entran a la primera o lo tienen muy difícil. 

Pero tengo otra ventaja, y es que soy olvidadizo. Hace un par de semanas pasé por la librería Antígona y adquirí "Kokoro". Nunca en mejor momento. Es una novela excepcional, un clásico. Y no es perfecta: la relación entre un joven universitario y un maduro personaje que es tan interesante como enigmático crece exponencialmente a partir de la segunda mitad del libro. 



Esta consiste en una larga carta enviada por Sensei, el mayor, al joven (sus nombres nunca se conocen) explicando los motivos que le han llevado a su suicidio. 

Impresionante. Conmovedora. Delicadamente bien escrita. Cómo es posible que con argumento tan elemental Soseki consiga crear una de las mejores obras que he leído en años (a la altura, por lo menos, de lo mejor de Kawabata, que era fiel admirador suyo) sería cosa de maravilla si a estas alturas no hubiera leído unas cuantas obras así de buenas. 

En fin, no quiero encomiar más lo que no es ningún secreto, pero puede servir de guía para espíritus perdidos en los soles y las arenas de este agobiante verano. No sean tan torpes como el que suscribe y lean "Kokoro". No se arrepentirán. 

La plúmbea ligereza.



La ligereza de estos días de pesadilla que no quiere despejarse me tiene atrapado. Más bien, vegeto a la espera de acontecimientos (algunos, programados; otros, deseados) y leo. Y escribo para rehacer y destruir acto seguido. O sea, que estoy en la línea de salida de cualquier otro verano. La diferencia es que esta vez todavía no me he planteado releer el Quijote. Con el Persiles de hace unas semanas tengo el cupo clásico cubierto. 

Esta sensación de interinidad ya la conozco de tantas ocasiones que ni me importa. Sin embargo, no me he acostumbrado a su nervio impertinente. Vuelve a clavarme en el suelo lo mismo que cuando, en mi adolescencia, me veía días y meses encerrado en ese pueblo ardiente y desolado, enfrente del Castellar.

Ahora no es el estar lejos de lo interesante, sino el que no exista, o el tener que habitar agujeros por decreto todos los días varias horas, con esos tedios tan habituales que parecen no acabar. 


viernes, 10 de julio de 2015

"Doktor Faustus", de Thomas Mann.



Al menos es la tercera vez que leo esta novelaza y creo que, como suele suceder, he averiguado cosas que no había comprendido anteriormente. 

Como todos los buenos textos, me da igual narrativos que de cualquier otro tipo,  ha colonizado mi mente durante un par de semanas. He sido Adrian Leverkühn, o el pobre Serenus Zeitblom, el amigo-biógrafo tan devoto como inútil, aunque a la postre sea el único allegado capaz de hacernos saber sobre la vida del compositor genial. 

Y no porque Dr. Faustus sea una novela trepidante. En sentido estricto, las aventuras casi no aparecen en las más de setecientas páginas (con letra apretada) del volumen. Y, sin embargo, se hace apasionante. La aventura es intelectual, moral, espiritual, si se quiere. El recorrido vital de un ser condenado por propia voluntad que se despliega con todo lujo de detalles, a veces en escenas brillantes; otras, las más, terribles. Junto con discusiones sobre música, arte, religión, moral o historia que hacen más interesante si cabe la novela. 



De hecho, el final de la historia se me antoja algo rápido, precipitado, aunque no puede ser de otro modo. La decadencia final del protagonista está narrada con maestría pero sin exceso verbal, muy al contrario que el resto de su trayectoria. 

Esta novela es de las que, abierta por cualquier página, sorprende y encandila a partes iguales, tan bien escrita está.  
Y el paralelismo entre la exaltación, primero, y la caída posterior de la vida del músico genial y la evolución de Alemania bajo el nazismo y durante la 2ª Guerra Mundial es un elemento dramático más que da grandeza a una obra ya tendente a lo desmesurado, a la tragedia total.

A menudo leo esta novela como hago con el "Quijote": en verano y a saltos, deleitándome en tal escena, recordando otra que se me había olvidado, como si escogiera en un bol de fresas. Sin embargo, casi siempre acabo por repasar el volumen completo. Una delicia. 

domingo, 5 de julio de 2015

Bendecido.



Pocas veces sucede. Nunca en plural, por supuesto. Tengo la firme convicción de que en comandita no puede hacerse nada que funcione como es debido. Y, a menudo, tampoco yendo a mi aire. 

Salvo cuando llega la situación de empezar a crear. Entonces sé (porque estas cosas no se analizan ni se barruntan: se conocen al instante) que las potencias están desbordando el cuenco llamado cerebro y que ese rebosar genera inquietudes, dudas, miserias de diverso calado pero siempre imantadas por algo que las hace livianas y fructíferas. Es hora de pasar al lado de la producción. Las demás actividades, si bien permitidas e incluso necesarias, se quedan en el fondo. 

¿Sirven de contrapeso? Por supuesto, con tal que no molesten lo que ahora va a acaparar toda mi atención. Y es que pensar en lo ajeno exige siempre un alto grado de introspección.

Así que esta temporada, si no saludo o no respondo a una pregunta o sencillamente me quedo mirando a las avutardas o de pronto cojo un trozo cualquiera de papel y anoto furiosamente cualquier fruslería, no hagáis ni caso. Dentro de unos meses despertaré y volveré a ser el de siempre. 


sábado, 4 de julio de 2015

Communication breakdown




Lo recuerdo bien: esa era la canción de los Led Zeppelin que sonaba constantemente en el tocadiscos de la peña. También "Moby Dick". Creo que aquel día eran los únicos singles que quedaban intactos: poco antes habían sido fiestas y a saber qué fue de los otros.

A algunos les encantaba el inacabable solo de batería, a otros, la voz aguda de Plant y la potencia guitarrera de Page, con ese riff medio heavy que era entonces lo más de lo más. 

Aunque daba la impresión de que ya no lo escuchaban. Sentados de cualquier manera sobre colchonetas dudosas, sillas desvencijadas, un asiento relleno de algo indefinido que aún conservaba la forma de pesebre, todos estaban fumando. Observando. Calibraban al recién llegado. 

¿Cuánto había transcurrido desde que me fui? Dos años, tres a lo sumo, y ya no conocía a nadie. Sombras, anécdotas, recuerdos velados. Quería interpelarlos, mostrar mi antiguo conocimiento y los guiños que nos conformaban. Las cosas habían cambiado. Los rostros, aunque todavía reconocibles, no me respondían.

Alguien me abrió un botellín no muy fresco. Lo bebí como si me gustara, sin limpiar los retos de orín con la mano. Estuve unos minutos callado, observando los rostros en penumbra. 
Por fin, alguien rompió el silencio. Quería saber de mi vida. Pero entendí que no le importaba. Ni a él ni a ninguno de los demás. Salí del paso con vaguedades y entonces fui yo el que interrogó. ¿Qué había sido de fulano? ¿Dónde estaba el otro, mi compañero de tales y cuales andanzas infantiles? ¿Y las chicas? ¿Seguían como siempre? 

A veces se reían de mi ingenuidad. Claro, yo me había quedado estancado en los doce, trece años. Ellos conocían el resto, juzgaban con mejores datos, no se dejaban ofuscar por mis nieblas.


Tras aquella tarde decepcionante en una peña cuyo nombre no recuerdo, supe que tampoco pertenecía a ese lugar. Nunca más volví. 

Estoy dispuesto.


A veces me siento así. No porque haya exceso de felicidad ni las cosas se agranden en el cerebro, despegadas de sus justos sostenes de diario. Sencillamente, es una intuición. Por lo mismo que en otros episodios todos los males parecen confluir y se arraigan y reproducen durante largas temporadas de desgaste íntimo. 

Pero ahora no. Toca crecer, y en todos los sentidos. Siento que hay vida. Dificultosa, pero cuándo no lo es. Atrapada en las minucias que enredan todo entendimiento, sujeta al azar de lo que nos puede venir y casi nunca llega. Pero sí, entiendo que va a acudir a mi mente tan pronto me disponga a dejarla fluir por la yema de los dedos. 

Ya lo veremos. 

miércoles, 24 de junio de 2015

Lo merezco.



 Oigo que la vida fluye, o cosa parecida, y no puedo estar más de acuerdo. Aunque no conozco la intención de quien lo dijo en un contexto bien diferente, aprovecho sus palabras y me las apropio, como suelo cuando algo interesa. 

Es casi demoníaca la sensación del paso del tiempo. "Panta rei", pero "rei" de verdad, sin interrupción, con insidia, como si fuera la vida en ello. Y va.  

Hace poco tenía ocasión de soñar con gentes que fueron mías a los dieciocho, veintipocos años, y han pasado al menos otros tantos desde que las vi por última vez. Aunque las imagino al menos tan postergadas como yo, con sus malicias, derivas de la edad, achaques iniciales, huellas de tanta lluvia que nos ha caído, sin embargo se me representan turgentes e imperiosas, ingenuas, seductoras, desprendidas, muy gilipollas. Tal como fuimos. 

Para las afueras, comento que, en el sueño de rejuvenecer a voluntad, jamás volvería a pasar lo que he pasado desde entonces. Pero miento. Me miento a mí y acallo las fantasías ajenas con falacias que nunca podrán convencerme. 

¿Volvería a ser imbécil y equivocarme, a aburrirme y hacer el indio, a engañar y que me hiciesen más maduro a fuerza de traiciones? A pies juntillas. Aunque repitiese las mismas torpezas, solo por aspirar los aromas que hace tanto no me vuelven la cabeza y dicen: "ese fui yo; ahí me tuvieron cautivo". 

Sí, nacería otra vez. Y con todo el dolor, para que quien ahora soy supiera que este tiempo no ha podrido la capa interior, la que enrojecía sin medida y se mostraba tan bella como inútil, tan desconocida que casi me recuerda estos momentos de incertidumbre. Soy quien fui, y lo merezco. 

lunes, 15 de junio de 2015

Tormenta diaria.

Cuando amaga el primer relámpago, ya todo está decidido. Entonces se ven las nubes, el viento parece más fuerte y destemplado, hay sonidos que inesperadamente absorben la presión del momento y que, poco antes, habrían sido impensables. La tarde se hunde en tinieblas desaforadas, en esplendores momentáneos que a la postre la vuelven más gris. 


Pero, al poco, uno se acostumbra al estrépito. En realidad, tampoco es tan grave estar bajo el chaparrón, encogerse con cada estallido, buscar a la carrera un refugio endeble que permita creerse en mejor condición. 

Qué lástima: a estas alturas de partido ya no me consuela la limosna cotidiana. Prefiero exponerme al fuego del cielo. En despoblado.

miércoles, 3 de junio de 2015

Todo va cuadrando.




Que era una incompetente y una arribista, eso lo sabíamos todos aquí en Madrid. Que nunca había tenido una aparición relevante en temas tocantes a su negociado (Consejería de Educación), también. Ahora resulta que está implicada (por decirlo de modo caritativo) en la trama Púnica. Vaya con Lucía Figar. Y parecía idiota. 

Así que su marcha a la empresa privada podría tener otras motivaciones más públicas y menos de "necesidad de tener tiempo para la familia", que es la sandez que suelen decir estos individuos cuando hacen funcionar la puerta giratoria. Y cuando se ven a punto de ser derribados por la investigación judicial. 

Pues nada, Lucía, nada. a disfrutar de tu empresa, tu familia y tu (hipotético) juicio en horario completo. A ver si ahí destacas lo que no has hecho todos estos años en Educación. 

Lo mejor de esta historia es que Cristina Cifuentes anda largando trapo y quitándose de enmedio: "Yo no he tenido nada que ver", dice, viendo los pactos con Ciudadanos un poquito en el aire (¿no eran "Ciudatans" hace unos meses?). 

De verdad que me encantaría que no salieran adelante pero, conociendo a los de Albert Rivera, yo diría que puede dormir tranquila. 

En cuanto a Esperanza Aguirre, ya no sé qué decir. Salvo que, pura e inmaculada, todo su equipo estaba formado por corruptos. Hasta los más inanes, como Lucía Figar, que tenía más de zote que otra cosa. Hay que ver la mala suerte que tiene la sra. condesa. Debe de ser un caso único en la historia. 

¿Está seguro Rajoy de que hasta las elecciones generales de noviembre no van a seguir goteando casos como este o más graves aún? 

jueves, 28 de mayo de 2015

Muerte en el instituto.



El caso del I.E.S. ciudad de Jaén es otro ejemplo más de cómo la administración (educativa, en este caso) trata a los administrados y de quién paga el pato cuando algo que estaba mal organizado por los primeros se va a tomar viento. 

Porque es un clamor insostenible la dejación a la escuela pública y el favoritismo con la privada (concertada o no) que ha mostrado desde siempre el PP madrileño. No hace falta que cite los 900.000 € (creo que era esa cifra, u otra parecida) que se llevaba el otro sinvergüenza por cada autorización de abrir un colegio privado, o el hecho de que no se ha reducido sensiblemente el gasto en educación en esta Comunidad durante los años de crisis y, sin embargo, los institutos y colegios públicos cada vez tienen menos medios humanos y materiales. 

¿A dónde va el resto del dinero? Evidente: a la privada. Y a hacer campañas publicitarias absurdas con un coste de bastantes millones de euros para promocionar algo tan consabido como la libre elección de centro. 

Pues bien: sucede la catástrofe, esa pobre chica se suicida porque un pre-delincuente la está acosando, se organiza el consiguiente revuelo y ¿quién tiene la culpa? ¿Los que permiten que un centro con 1.200 alumnos (¡y qué alumnos!) se degrade por falta de atención sistemática? No, por supuesto. La culpa la tiene el equipo directivo del centro, los muy desalmados, que no dieron los pasitos reglamentarios y no rellenaron y enviaron (dicen) los papeles (1) que pasaportan directamente al chaval involucrado en un asunto tan feo a Fiscalía de Menores: reclusión en centro cerrado, y tal. A lo tajante. Solo que si luego resulta que no se prueban las acusaciones, el acusado puede incluso denunciar al equipo directivo. 

¿Y quién controla a los inútiles (léase: Consejería de Educación; concretamente, Dirección de Área Territorial Madrid-Capital, a cuyo frente está por méritos de guerra (2) Dña. Belén Aldea) que han causado en último término la situación? 

Porque ellos enseguida exigen responsabilidades de todo tipo a quienes no dan nada. Nunca. Por ningún concepto. Y sé bien de qué hablo, por desgracia. Pero a la hora de asumir la culpa, eso es otro cantar. 

El caso del I.E.S. Ciudad de Jaén es emblemático: un solo orientador para 1.200 críos de armas tomar, falta de profesorado, de medios materiales, de medidas pedagógicas de todo tipo. Así es muy fácil apuntar con el dedo y decir que algo está mal hecho. Me gustaría saber con qué ánimo acuden los profesionales de la enseñanza todas las mañanas a intentar dar clase en ese zoo. Yo, en su lugar, me daría de baja por depresión. 

Por eso, entre otras muchas cosas, es tan grave que los mismos PPatanes sigan al frente de esta Comunidad. 

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(1) A pesar de atender a la familia de la acosada y aconsejar que denunciaran los hecho a la policía, cosa que al parecer hicieron en dos ocasiones. 

(2) Si alguien no sabe a qué me refiero, que revise el historial reciente de esta señora y averigüe por qué méritos está en ese cargo. No hay más que decir. 

martes, 26 de mayo de 2015

Pequeño vals vienés, o cómo mezclar Lorca, Cohen, Morente y Lagartija Nick.


Me parece apropiado consolar las ansiedades de hace dos días con la intensidad logradísima de esta versión, que considero tan impresionante como la original, cuando menos. 






                      ¿O no?





Por cierto: he vuelto a releer "Doktor Faustus", de Thomas Mann, por enésima vez. Para mí que es su mejor novela. Y, harto de semidecepciones políticas y mensajillos de baja estofa, nada mejor que esa obra monumental para aligerarme de melancolías. Ya hablaré un día de ella; creo que en este blog no la hemos catado aún.

jueves, 14 de mayo de 2015

Mr Hollande no va en bici...




En su lugar, se ha plantado en La Habana con 7 ministros de su gabinete y los presidentes, entre otras, de empresitas de poca monta como Hoteles Accor, Air France, Carrefour, y, si te descuidas, hasta con Alain Afflelou. Para apoyar el proceso de diálogo con Estados Unidos, dicen. ¡Ja!

Pero aquí, nuestro presidente se dedica a hacer el ridículo en bicicleta y con un traje de lo más in. Cuando queramos enterarnos de algo referido a Cuba, o lo hacemos en inglés o en francés. Ya nos han quitado el sitio. 


martes, 5 de mayo de 2015

"La grandeza de la vida", de Michael Kumpfmüller, en Ed. Tusquets. Trad. de Belén Santana.



El escritor alemán Michael Kumpfmüller, de quien hasta ahora no conocía nada, ha escrito una destacable novela que relata los últimos meses de vida de Franz Kafka. 

Un empeño memorable, ya que la buena parte de la documentación epistolar de esa época ha desaparecido (en concreto, toda la correspondencia mantenida con Dora Diamant, su última compañera y gran amor hasta su muerte, que fue requisada por la Gestapo) y los familiares directos del escritor, como bien se sabe, fueron asesinados por los nazis en Chelmno y Auschwitz.

El escritor trabaja en tono menor, con aparente humildad, como si no quisiera espantar los momentos. Desgrana los instantes en fragmentos breves que, siempre en orden cronológico, van creando el universo de una relación que fue todo lo apasionada que dejaban las circunstancias y también la notación minuciosa del período final de la tuberculosis que acabó con Franz Kafka en junio de 1924. 

Crea un pavor íntimo, sosegado, una calidez inusual que, a despecho de las tremendas circunstancias vitales y políticas de esos años en el Berlín de la República de Weimar, consigue una sensación de hogar, de vida común, de proyecto de futuro imposible. 

Nada es llevado al extremo del patetismo o la grandilocuencia. Menos aún, de la sensibilería en que fácilmente podría haberse refugiado. La prosa es delicada y, sin embargo, firme: no deja de nombrar directamente cuanto sucede, los recovecos de la mente de un escritor que apenas se deja ver sino como persona, como enfermo, como amante. Predomina lo cotidiano. 

El punto de vista es cambiante. Tan pronto aparece el narrador como se introduce en la mente de Kafka o de Dora y, sin grandes violencias, deja que permeen sus inquietudes. Estas casi solo tienen que ver con la oposición familiar (de ambos) a esa relación condenada de antemano, o con las miserias económicas y cambios sucesivos de domicilio y de sanatorios que se suceden en esos escasos meses de vida en común. 




Me da la impresión de que cualquier cosa que diga no va a dar una idea correcta de esa estupenda novela. Michael Kumpfmüller es un excelente escritor. Sostenido, conciso, incluso ameno hasta donde es posible con un tema tan poco propicio a jolgorios. Su conocimiento de la técnica lo ejerce con mesura, sin dar lugar a que la narración baje de nivel o se estanque en circunloquios o necedades, peligro evidente que sortea con eficacia. 

Se hace imprescindible leer "La grandeza de la vida", y leerla con calma. 

sábado, 25 de abril de 2015

Tubérculos.



Hay tubérculos de verdad que siguen escondidos bajo capas. Capas de tiempo, de postura, de formación. Capas y capas que se amontonan en forma de piel mental y nos recubren sin que prestemos ninguna atención a lo que palpita bajo tanta presencia. 

Algunos cineastas, también los escritores (muchos de ellos, franceses y de clase media) se esmeran en repelarlas, descubriendo lo que hemos de considerar tristemente cierto, verídico. No estoy tan seguro. Muchos procesos de desvelamiento, y en esto me remito a Heidegger, generan algo que a su vez enmascara y deforma, adecuando lo mostrado a lo que se deseaba conocer, así como a quien rebusca. 

Hoy, en el Matadero y luego en el Mercado de San Fernando, en la calle Embajadores, he sentido que no era mi lugar. Y es que el esplendor alternativo de Lavapiés, entre otros lugares del mismo pelaje, se me antoja como volver a los setenta y primeros ochenta. Mismas actitudes, mismas posturas, caras equivalentes. Si hasta la forma de vestir parece un aggiornamento de la progresía más petarda de la transición. 

Hoy he estado en contacto directo con estratos de mi memoria que creía asumidos. No lo están. No me acabo de llevar bien con esas actitudes condescendientes con su propia precariedad intelectual. 

No nos subamos a la parra: tampoco soporto la mía. ¿Tantos años pasados y aún no soy capaz de relativizar la estupidez? ¿Aún me afecta no poder aguantar a aquellos con quienes debería ser afín? 

La evidencia me muestra que no los tolero, pero de una manera mansa, sin la visceralidad que provocan los del extremo opuesto de la tabla: aquellos que también viven del mismo modo que sus padres, incluso que sus abuelos, de quienes parecen haber heredado los caracolillos y el jersey al hombro. 

Creo que ambos grupos comparten una cosa: en Embajadores también sonaban sevillanas, y otros días las he visto bailar.