sábado, 27 de diciembre de 2008

Más madera



Pero qué demonios, si estaba hojeando el libraco de la Rico -Casa del Libro de Gran Vía, método de la apertura súbita, como es tradición- y en un punto cualquiera he tenido que leer un beso en que "se entrelazan los labios y también los dientes", si mi memoria espantada no me falla.
Claro está que debo de ser analfabeto, porque la campaña de promoción que le están haciendo es de campanillas. Hasta por radio la he sufrido.
Esto obedece, entre otras mafias, al estado de inanición cultural en que lleva tiempo sumergido este país. De aquellos polvos civiles nos vienen estos lodos incapaces, intolerables. Se trastoca lo evidente y surgen genios del más vivo del corral. Aunque duren centésimas.
Pero esto lo trataremos otro día con mejor temple. Ahora necesito un par de vinos. Ya.

miércoles, 24 de diciembre de 2008

Ahí va la mía



Eugenia Rico, una excelente escritora; su último engendro, algo muy recomendable; la espantosa portada que la adorna, el colmo del lirismo.
Hostia, qué despistado estoy. Nada me cuadra. Pero será cosa del malestar de fin de año: las mierdas me siguen pareciendo lo que son. Aunque florezcan en el terruño.

De todos modos, cuesta reconocer a las personas de antaño en las mezquindades de hogaño. Hubo un borges -creo recordar- que afeó la afición de los españoles por los malos poetas. Pienso que se refería más bien a nuestra afición al sobeteo de camisa, al do ut des. De ahí la imposibilidad de decir a quien conocemos un "sí, pero no, de ningún modo".
Probablemente pase lo mismo con el que suscribe. No lo sé. Prefiero considerarme más tonto, más alejado del cotarro, menos feliz, más lo de siempre.

Y es que debo de ser masoca, pero me gusto así.

martes, 9 de diciembre de 2008

Crudités (III)


Los que no tienen altura, cositas insustanciales.

Los que valen, y a veces valen mucho, entretenimientos, fuegos de artificio, vana fanfarria, que diría el clérigo de antaño.

¿Seguro que este es el camino para hacer algo que dentro de meses -no décadas o simples años: meses- sea posible recordar?

domingo, 7 de diciembre de 2008

Micuit (II)


De mis incursiones como lector más que atento por el grado cero de la literatura, que en los últimos tiempos compagino con tontadas del estilo de la Odisea o las Bucólicas, para rebajar tanta maravilla, he extraído enseñanzas muy provechosas.

Una de ellas es la sensación de que bastantes escritores -eso dicen que son- producen sus cosas más como terapia personal que porque se hayan planteado algo en la vida.

No sé si me explico: hablo de esos artistazos que narran porque sí las gilipolleces que les suceden cualquier día, las adoban con cierto tono existencialmente vacuo -suponiendo que lleguen a tanto- y ya está. Relato conseguido.

Todo en primera persona, por supuesto. Así no se embarullan con puntos de vista, adecuación del vocabulario, mentalidad del narrador y otras sutilezas que amargan a los demás. Que somos los tontos, desde luego. Los que nos planteamos problemas estériles y, total, para qué.

Sin ir más lejos, las cosas publicadas por cierta asociación local de escritores que me han sugerido estas reflexiones son de no parpadear. Dejando aparte a otros innombrables, varias de las chicas me han provocado experiencias psicodélicas. Hay que ver con qué gracia se expresan las jodidas. Parece que hubieran nacido para el asunto. En fin, no quiero seguir porque se me escapa el verbo y parecerá cosa de misoginia cuando se trata sólo de gusto literario. Gusto, capacidad, lecturas, cultura, inteligencia artística -y de la otra-, etcétera. Es que son insufribles, malísimas y, lo peor: no cuentan nada. Tampoco lo pretenden.

La plaga parece algo habitual, porque incluso escritores mucho más asentados -vamos a poner a Millás entre ellos- llevan bastantes libros haciendo alarde de técnica y sin contar cosa de interés.
También Menéndez Salmón, a quien he sondeado este verano, últimamente comienza con gran altura y a las veinte o treinta páginas ya suele naufragar en verborrea suficiente, en exhibiciones facilonas o en un desorden estructural que parece mentira. Con lo aplicado que se ve.

¿Queda claro ahora por qué me dedico a releer la Odisea?

miércoles, 29 de octubre de 2008

Documentación (I)



He de decirlo ya: en los últimos tiempos no soporto a los estúpidos.

No me refiero a los ignorantes sencillos y tradicionales, los que no se interesan por la cultura aunque lluevan bibliotecas y reconocen que no son en absoluto competentes en la materia. A esas personas las respeto, cuando menos -ya que no siempre logro apreciar su encanto montaraz- porque se dedican a lo suyo y no entran en jardines ajenos. De hecho, cualquiera de nosotros somos auténticas acémilas en tropecientas materias de las que no sabemos ni el abecé.

Los que me irritan son esos entrometidos que se consideran capaces de opinar sobre lo que no entienden. No han leído más que bazofia muy bien empaquetada para regalo de navidades, nunca se aventuran a hojear lo que no es de consumo general o no aparece en los catálogos del Círculo de Lectores y, sin embargo, opinan: "Yo pienso que esta novela es muy aburrida". "Opino que no atrapa la atención del lector". "Para mí los personajes son poco interesantes". "Creo que el argumento no se sigue con claridad".

Comentarios de este calibre y otros mucho peores llevo constatados en las últimas semanas respecto a novelas que, bien me han parecido interesantes, bien considero que, no siendo una maravilla, ni de lejos se merecen estas críticas absurdas. La pregunta que deberían responder antes de permitirles abrir la boca es: "Bueno, pero ¿cuál es su pedigrí? ¿Cómo se atreve a opinar?"

Porque el derecho constitucional a expresar la opinión no quiere decir que ésta tenga un ápice de sensatez o inteligencia -hace poco nuestra adorada reina acaba de dar un par de argumentos al respecto-. La democracia, deseable en política, no rige en el mundo del conocimiento ni de las emociones estéticas. No hay un rasero que iguale las creencias de todo el mundo. Existe el canon, la jerarquía de conocimientos y la experiencia. Existen el buen gusto y la razón, aunque suene a coñazo de anticuario. Hay un orden -discutible, pero orden- y un modo de criticar que no es el simple "yo pienso que" desprovisto de argumentos. Porque lo cierto es que tales cernícalos nunca piensan: reproducen eslóganes ajenos. En definitiva, para ser capaz de decir algo relevante hay que entender. Y para entender hay que haber estudiado, leído, aprendido, se exige un esfuerzo previo que no están dispuestos a acometer.

Paradójicamente, en el mundo de la literatura un escritor cualquiera se ve expuesto a comentarios de diversa índole formulados por gentes que no saben por dónde les pega el aire. Ni han leído a los clásicos, ni saben de literatura, de estilística, filosofía o cualquier otra disciplina que sea de aplicación en el caso que nos ocupa. Sin embargo, sueltan por esa boquita lo que les place y ponen a caldo una obra que queda kilómetros más allá de sus cortas entendederas.

Hace pocos días un ex-político se permitió el lujo de opinar sobre el cambio climático. ¿Qué entiende de la materia? Nada, confesó él mismo. ¿Es experto en otras disciplinas relacionadas con aquella sobre la que expele sus rebuznos? En absoluto. Pero opina. Por supuesto que sus ideas son de echarse a correr y no parar, pero cuando nos damos cuenta ya ha lanzado la mierda que lleva dentro con esa falsa aureola de poder que todavía retiene. "Es que fue presidente". ¿Y?
Un indocumentado que opine sin más argumentos que los dictados por su juicio analfabeto sobre la última obra de Millás, pongamos por caso, cree merecer consideración e incluso aplauso. ¡Hay que joderse con la mierda del mercado! Lo lamento, pero ese individuo no puede opinar. No, porque no está capacitado para rebasar los límites de su persona y todo lo que diga será tenido por nulo. De hecho, en una república perfecta habría que enterrar en estiércol hasta la barbilla a esos delincuentes del sentido. Para que aprendieran a tener la boquita cerrada.

lunes, 27 de octubre de 2008

Cuestión de distancia (0)



Conociendo de cerca los males de la patria, que diría el clásico, más de una vez me he preguntado por qué las mismas actitudes despreciables se reproducen en cada generación.

Apenas crees que los viejos -y tremendamente longevos, porque son tan flojos intelectualmente como duros en lo vital- ya han desaparecido, cuando te enteras de que están llegando los nuevos alevines de mamarracho. Algo tiene que alimentar tanta fertilidad. No puede ser gratuita.

Buena parte de la culpa la tiene la escasa categoría cerebral de estos atletas de la maledicencia y el sobe de camisa, estos peones de la cuadrilla y las adhesiones inquebrantables, pero no se puede dejar de lado el asunto de la distancia.

Hojeaba hace un rato el blog de alguien conocido que pretendería escribir si en sueños aprendiera cómo se hace. Es una cosa insulsa, aunque no puedo negar que bastante variada y dolorosamente parecida a su autor, a quien pensé apreciar en su momento. De pronto, leyendo una más de sus consideraciones sobre la nada en que vive inmerso desde hace tantos años, he caído en otra causa más de tanta insidia, de tanto yermo intelectual: la falta de distancia.

En mi caso, la entendía como sensación de ahogo físico, palpable. De certezas aberrantes y carencia absoluta, de estar gritando en el vacío. Todavía me saluda al volver tras meses de ausencia favorable, pero la conozco bien y sé cómo darle la espalda. A veces se me insinúa por la red. Latet anguis in herba, como dice el latinajo. Paso el mal trago y que le den.

Cuando pude salir del lugar decidí que nunca más volvería. También, que ahí no tenía nada que hacer ni me dejarían tenerlo por más años que pasara a su lado. Dándonos de bruces, fingirían no conocerme. Y, por el momento, no me he equivocado. O será que yo no estoy donde me engendraron y detecto las lacras a distancia. Con lo que me valen dos ventajas: que no duelen tanto y que las comprendo mejor.

Por lo menos, produzco bien o mal, pero en un ambiente más fértil. No ya por lo bien abonado, pues mierda se encuentra en todas partes, sino por lo despejado de yedras y carbunco. Ni me acojo a la sombra de mindundis que acaban por agostar lo bueno que se tenga ni sufro el acoso de los envidiosos que se ceban hasta donde no parece que hay materia orgánica que depredar. Ellos la encuentran, sin duda.

¿Verdad, don Esquivo, cuando el otro día espiabas esa reunión que nadie pensaba ocultar? No sé cómo puede acecharse lo que está abierto al público, pero me gustó verte salir a hurtadillas. En tu línea.

sábado, 18 de octubre de 2008

El 6 de junio de 2005, creo que sería...



...Cuando me llamaron de la editorial Punto de Lectura. Qué risas, oye: habían encontrado un original de PARECE SEPTIEMBRE amontonado entre otros por causa del traslado de su sede general y el título les había llamado la atención. Vaya, que les gustaba mucho la novela y estaban interesados en publicarla. Interesadas, mejor dicho, porque todas las personas implicadas en el asunto fueron mujeres. Lo curioso es que no recordaba haberla enviado a esa editorial, pero vaya, sería otro de mis despistes.

Pues eso: aquello fue un lunes y no me venía bien acercarme en horario de mañana hasta el lunes siguiente, sobre las doce. Por lo que durante toda una semana tuve tiempo de hacer las ochocientas cuarenta y nueve cábalas locas que es lícito en estos casos y en avisar a deudos y amigos -afortunadamente, fui cauto y sólo llamé a unos pocos- y en mesarme los cabellos de alegría y dar paseos con Oli, mi pastor de brie, escrutando el destino y todas las posibilidades de la situación. Todas, menos una.

El lunes siguiente me planté en la sede, Juan Bravo, 38, en pleno barrio de Salamanca. En la planta de calle estaba la librería con todas las publicaciones del Grupo Santillana y de Punto de Lectura, por supuesto. Pensé que no me cuadraba mucho su interés por mi novela, dada la bazofia de best-sellers y ediciones en bolsillo de éxitos anteriores que atestaban los expositores, pero el tiempo se echaba encima. Tuve que subir a un primer piso más bien lujoso donde estaban las oficinas, con su vigilante uniformado que me preguntó el nombre y el motivo de mi visita, para más imponer.

Una vez me dejaron paso libre avancé de acuerdo con sus intrucciones. Mesas y mesas de gente atareada en atender las múltiples pantallas . Dos mujeres vinieron a mi encuentro. Las dos, algo más jóvenes que yo. Mª José se llamaba una. Del otro nombre casi prefiero no acordarme, y eso que sus tarjetas deben de andar todavía por ahí, en el cajón de las ficciones que casi fueron. Esperad un momento, ya lo he encontrado: Mª Jesús Asensio y Mª José Guitián se llamaban. Bonita pareja, las dos.

Un par de besos. Muac, muac. Desde el primer momento me saltaron las alarmas. No había motivo aparente, pero tengo un olfato privilegiado para las cosas que no me van a gustar. Lo bueno se me escapa, pero lo malo... Vamos, que había algo sospechoso.

Comenzaron diciendo que habían esperado a verme porque me querían conocer en persona. "Sí, claro, habíamos quedado en vernos hoy, ¿no?", repuse, algo inquieto. "Pues verás", me dijeron. "Hemos hablado con la jefa de ediciones y nos ha dicho que no es posible la publicación. No porque sea una mala novela, no se trata de calidad. Es un problema comercial. La directora no confía en que tu novela se pueda vender. Es impublicable. Sólo es eso. El mercado es el que manda".

Como es lógico, no supe qué decir. Dijeron más cosas, se explicaron con todo lujo de detalles -de mentiras, sería más aproximado- pero no recuerdo ninguna. Me había imaginado cualquier circunstancia, pero esto rebasaba toda medida. ¿Para qué me habían hecho aguardar toda una semana? ¿Sólo por conocerme? ¿La jefa en cuestión las había obligado a deshacer su torpeza en persona, a modo de escarmiento? ¿Era simplemente una burla?
Entre las brumas del desconcierto y la furia de color rojizo que me estaba arrasando recuerdo que aún tuvieron el cuajo de interesarse -en falso, claro- por si estaba escribiendo algo nuevo. Y yo fui tan cretino de hablarles con la boca seca y voz no muy firme de LOS DÍAS Y LA NOCHE, entonces en proyecto. Asunto que les apasionó hasta el punto de pedirme que se la enviara cuando estuviera lista. Y que si me interesaría escribir sobre no sé qué hostias de temas de actualidad, ya que iban a sacar una serie de libros de divulgación variada, y yo que por qué no, y tal y cual.

Cuando salí pensé que, afortunadamente, trabajaba esa tarde. Era la temporada de más agobio, así que no tendría tiempo de pensar en nada. Ni ese día ni todos los que siguieron. Recuerdo que tardé bastantes semanas en recuperarme anímicamente.

Por eso ahora dedico a esas dos tipas la edición de PARECE SEPTIEMBRE. Espero que ellas y su jefa invisible se hayan convertido en mejores profesionales. Cosa poco difícil, por otra parte. Y ya nos veremos en otra ocasión: el camino es largo. Con todo mi afecto.

miércoles, 8 de octubre de 2008

Dicho de otro modo: ¿cuál es el motivo?

El que nos induce a perder incalculables horas esforzándonos en la escritura de cualquier novelucha que, en el mejor de los casos, va a encontrar enormes dificultades para salir a la luz, si al final lo logra. PARECE SEPTIEMBRE fue concluida a principios de 2003 y el otro día la presentábamos. La cosa tiene bemoles. Y eso que no he contado una de las anécdotas más sabrosas, la que me sucedió cuando, allá por 2005, la editorial (o algo así) Punto de Lectura se interesó por mi novela. Lo dejo para otro día en que me encuentre más risueño.

Pero decía que hace falta tal fuerza de voluntad para llevar a cabo -con algo de solvencia y honradez, por lo menos- un proyecto literario de aquellos en los que me suelo embarcar que cuando estoy sumergido no puedo ni imaginar cuándo acabaré, cuál será el resultado final, qué impresión causará entre sus primeros lectores.

En ésas estoy ahora mismo, medio decepcionado de cómo están yendo las cosas con algo que debería tener ya casi olvidado pero insiste en volver a amargarme y a mitad de LOS DÍAS Y LA NOCHE, título definitivo de una novela que se resiste a dejarse domeñar. O yo me resisto a sumergirme de lleno en otro universo, a la vista de lo que se obtiene con estos desvelos.

A veces me encuentro donde no me gusta verme. Y nunca, nunca estoy charlando con nadie de asuntos que me importen.

martes, 7 de octubre de 2008

Éste, improbable lector, fue el comienzo. O casi.


He querido traer esta imagen porque otras más potentes que me asaltaron la han recordado.
La portada, en realidad, no tiene demasiado que ver con su contenido, pero en su momento quedaba chula. Y no me atreví a protestar, para qué vamos a negarlo. No sé si habría podido cambiarla. Tampoco tenía una idea mejor.

Recuerdo también los inabordables paisajes asturianos que describí en esa novela. La nostalgia del paraíso -que también estoy explotando ahora, aunque de modo perverso- dio lugar a algunas páginas memorables.

Hay personajes difíciles de olvidar, páginas felices que nunca he abordado del mismo modo, igual que errores de bulto que por el momento me impiden volver a su lectura.
Fue una época de tanto trabajo, tanta decisión, tan absoluta soledad, que ahora me pregunto: ¿para qué?

Hace un par de meses compré por internet dos de los últimos ejemplares que deben de quedar en el mercado.

Su precio, 3,50 €. Más gastos de envío.

viernes, 26 de septiembre de 2008

A dónde vamos a llegar con esto de Youtube.

A veces, internarse en Youtube puede ser una experiencia demoledora. Por eso, vamos a dejar claras unas cuantas obviedades:

Si uno es un escritor de medio pelo que apenas sabe hilar reatas de frases yuxtapuestas y cree que incluir un par de tacos es suficiente para dar fuerza a cualquier mierda de narración.

Si no tiene la menor idea de lo que es un argumento, ni imaginación para lograr ideas interesantes ni para desarrollarlas en el caso improbable de que se le lleguen a ocurrir.

Si no domina el vocabulario ni el ritmo, no es elegante en la dicción ni consigue atrapar con la fuerza de sus historias.

Si el mayor mérito de su currículo es que ha conseguido publicar tales bazofias con sorprendente facilidad por obra y gracia de sus muchas y muy trabajadas relaciones.

Si, por ende, no declama con soltura, no tiene la voz bonita, no lee con la mínima entonación y tampoco capta la atención del auditorio porque no sabe imprimir un ritmo atractivo ni a sus propios relatos.

Por lo menos, alma de cántaro, no cuelgues en Youtube esos vídeos en que farfullas torpemente mientras los oyentes, demasiado educados, sestean esperando que acabes. Lo que tarda una eternidad en suceder.

Y, encima, la imagen es cutre y el sonido, lamentable.

martes, 23 de septiembre de 2008

Pablo Méndez introduce el tinglado. Carlos Castán y yo escuchamos con tremenda emoción.

La verdad es que la tarde resultó muy lucida, sobre todo por algo que raramente ocurre para bien: no estuvieron todos los deseables, pero quienes sí acudieron a la presentación, más que suficientes para el espacio reducido de Antígona, consiguieron que las ausencias no pesaran en exceso y que, en general, el acto de marras resultase un rotundo éxito.

Concretamente, Carlos Castán dejó un excelente sabor de boca en todos los asistentes. No hubo quien no destacara al final la sagacidad de sus comentarios, lo oportuno de las referencias, el tacto y discreta erudición con que comentó los resquicios más impensables de la novela.

Al contrario de lo esperable, realizó un análisis detallado y entusiasta de los aspectos principales, glosando los que eran más de su gusto y destacando sus virtudes con tal acierto que nadie podría haberlo dicho mejor. Yo no, por supuesto. En estas situaciones aparece mi lado tímido y siento que cualquier afirmación positiva, por evidente que parezca, está fuera de lugar.

Tampoco penséis que me engaño: conozco y deploro el sobe de camisa descarado que es de rigor en presentaciones, coloquios y seminarios. Por eso no me gustan ni ver, entre otros motivos. Sin embargo, creo que esta vez el presentador no hablaba con la boca pequeña. Derrochó demasiado entusiasmo, demasiada convicción en lo que argumentaba con tanta brillantez, demasiado conocimiento íntimo de la obra para no haberla leído con interés, incluso con deleite, diría yo.

Hubo varias expresiones que, por ser muy justas en su fondo, retengo en la memoria.
La primera, "esta novela es un festín de la palabra". Y de la narración oral en su conjunto, completaría. Cualquiera que lea unas pocas páginas no podrá discrepar. Tal es la abundancia de cuentos, anécdotas, frases coloquiales e incluso chistes que pueblan las fiestas patronales de Badacena. Más que festín, en ocasiones el lector se ve fagotizado por el ambiente de fiestas y las narraciones de los tertulianos. Más de uno me ha dicho que le costaba desasirse del hilo de la narración, que instintivamente pedía más historias, más sucesos, más vida.

Otra, que hay en ella un auténtico amor por la literatura, demostrado en la infinidad de referencias directas o solapadas. Quizás el cuento en que se demuestra mejor es justo al comienzo, en el llamado "La biblioteca de Arturo" o "Cuento del náufrago". Y otro de los que más recuerdo por las noches justo antes de despertar es el humilde homenaje a las 1001 Noches concentrado en mi versión de "La chica de la curva", que resulta ser una tal Sabina Melero... -Ayer releí "Carta desde otro lugar" y, como casi siempre, no pude evitar emocionarme-.
No puedo contar más ni mejor o chafo las historias.

También recuerdo sus afirmaciones sobre la entidad de PARECE SEPTIEMBRE: "es una novela en el sentido tradicional, con personajes bien perfilados y complejos, con sensación de vida en los ambientes de fiestas patronales o en los de los diversos cuentos". Aludía en concreto al cuento "Me odiaba tanto", en que aparece una relación totalmente asimétrica entre alumnos y profesor, por decirlo de un modo discreto. Y comentaba que sólo alguien que ha pasado tiempo -demasiado- en un instituto de secundaria puede describir el ambiente con esa soltura.

Y una cuarta consideración, también necesaria, fue que -sospechaba Carlos Castán con gran puntería- va a ser una lástima que esta novela no se distribuya convenientemente, no tenga repercusión crítica y pase desapercibida. Suscribo sus vislumbres: ninguno de los periodistas convocados tuvieron a bien acercarse a entrevistarme o cubrir el acto, como sí han hecho en ocasiones anteriores. Y eso que en toda Zaragoza no había más que otra convocatoria cultural anunciada, que yo conozca. Estarían demasiado agotados con la resaca de la Expo, he llegado a pensar. Como la vida cultural de Zaragoza es tan vibrante, para todo tienen.

jueves, 11 de septiembre de 2008

Presentación de PARECE SEPTIEMBRE


Hola, de nuevo, y esta vez con una buena noticia:
Ya tenemos fecha para la presentación de PARECE SEPTIEMBRE.
Será el próximo viernes, 19 de septiembre, a las 20:00 horas, en la Librería Antígona de Zaragoza (C/ Pedro Cerbuna, 25, frente a la Universidad), y la introducirá el estupendo autor oscense Carlos Castán. También espero poder contar con la asistencia del director de Editorial Nostrum, Pablo Méndez, que ha prometido darse un garbeo por la city para celebrar el momento.
En fin, que esperamos estar los indispensables, o casi todos, y que cualquiera es bienvenido. Por cierto: os prometo que hablaré poco. Lo necesario.

Ahora viene la reflexión:
¿No os parece, discretos y desconocidos lectores de esta paginucha, que esto de las presentaciones de libros no pasa de ser una excusa para verte con los colegas?
Algunos acuden al rollo macabeo porque hace tiempo que no coincides y qué mejor ocasión para tomarte unos vinitos y tal. Otros, por no dejarte solo en la estacada. Y es que da bastante pena ver medio vacío el local donde te desgañitas exponiendo cosas que escribiste hace siglos. Otros más, que también existe esta raza de cabritos, para ver si te trabucas en el momento menos oportuno o simplemente tropiezas con los cables del micrófono y te das el batacazo.
En definitiva, que los que deberían estar presentes rara vez aparecen: críticos, lectores apasionados, chicas de muy buen ver...
Y sí suele estar ese señor latoso a quien nadie conoce que se empeña en cuestionarte sobre cualquier chorrada sin relación ninguna con el libro presentado. Sobre todo, porque no lo ha leído ni tiene la menor intención de hacerlo, que dieciocho euros son demasiados para la tercera edad.
Si no le haces caso, mal. Monta el pollo. Si contestas airadamente, peor. Monta un pollo más gordo. Y si respondes manteniendo la sonrisa con toda amabilidad, como suelo hacer yo, que a veces soy medio idiota, entonces has echado la tarde y no te libras de él ni con espátula.
Tampoco olvidemos el niño que llora a destiempo, el cliente que pregunta en voz bien alta si ahí hacen fotocopias, esa extraña persona con cara invertebrada que se queda un buen rato mirando fijamente, sin mostrar expresión ninguna, sin mover un músculo, y de pronto desaparece... Dentro de unos días os haré un pequeño comentario de cómo fue el acto. Igual os resulta interesante. Eso, suponiendo que no estéis allí para verlo.

viernes, 27 de junio de 2008

No es por ser malicioso, pero...





¿Qué comentaba el día 5 de junio de 10 incautos, etc? Pues las previsiones se han cumplido. Como soy perro viejo en esto de concursar, me mantuve a la expectativa. Quién sabe si por una vez... Pero no. Se celebró la cena, se entregaron los premios y uno fue para el vate del pueblo de al lado y otro para el narrador de un poco más allá, como quien dice. Pero todo en la comarca, por si los Barros o los lodos.
Hay dos anécdotas de fuste: Almudena Grandes, presidente del jurado de narrativa, calificó la novela ganadora de "ambiciosa, compleja, completa, equilibrada y perfecta". Que ya es decir, hombre.
Y el jurado de poesía, cuya identidad desconozco, premió la obra por "su autenticidad y renovación", además de ser de una "factura impecable y un registro de sentimientos increíble". -Lo de increíble me gusta, que narices-.
Me diréis que son los típicos adejtivos laudatorios y bla, bla, bla, pero yo deseo tomarlos en serio y declarar que guay de quien no adquiera ipso facto esas muestras de perfección literaria allá do se encuentren. Lo que se va a perder.

viernes, 6 de junio de 2008

PARECE SEPTIEMBRE está a la venta. Por fin.

Por fin, el mes pasado salió a la venta mi novela "Parece septiembre". La publica Editorial Nostrum, Madrid. El precio creo que está sobre los 18 €, pero aseguro al -improbable- lector de este blog que merece la pena. Tanto por calidad como por variedad del contenido.
Aparte de la trama principal, que se sitúa en cinco días de azarosas fiestas patronales de una ciudad llamada Badacena, aparecen hasta 26 cuentos, nada menos. Más aún: la característica común a todos ellos es que los personajes de la novela -en la trama principal-, que hacen de narradores, tienen que haber vivido o conocido de primera mano las historias narradas. Con lo que se mezcla la ficción con la ficción de la ficción, si se me permite el embrollo, y personajes de esas historias pueden estar presentes "en carne y hueso" en las mismas fiestas que viven sus narradores.
La intención manifiesta, y creo que bastante lograda, es envolver al lector en el microcosmos de Badacena, amén de entretener non-stop al que se adentra en sus páginas. Las historias son tan variadas, terribles algunas, humorísticas otras, que difícilmente puede sustraerse a la tentación de seguir leyendo hasta el final.
Tengo intención de incluir un fragmento de la novela en este blog. Veremos si el artilugio este lo permite sin demasiados contratiempos. No se puede decir que yo sea un fenómeno de la informática, desde luego.

jueves, 5 de junio de 2008

Prueba primera y olé

Días de espera, como es habitual en el mundo esforzado del escritor sin presente y con dudoso futuro -salvo el convencimiento de seguir escribiendo lo que nos llegue al caletre en cada momento-.
H. S., un libro de poemas que compuse a lo largo de 2007, es finalista del XIII Premio de Poesía José de Espronceda. Hay 10 incautos más, pero publica Pre-Textos.
No quiero aclarar la alusión; sobre todo, porque ciertos comentarios deben ser justificados, incluso probados fehacientemente cuando se convierten en públicos, y más que nada es un asunto de pereza por mi parte.
En todo caso, las esperanzas de ganar son mínimas, a pesar de que el poemario es sólido, maduro, orgánicamente estructurado y con variedad de temas que se agrupan en torno a la idea común que da título al conjunto. El sentido del ritmo y de la composición está mucho más logrado que en intentos precedentes (ver mi poemario LOS CÍNIFES VERSADOS, Editorial Vitruvio, Madrid, 2006). Creo que puede considerarse mi primera obra madura. O eso quiero creer.
Dentro de poco comprobaremos que estas razones estrictamente literarias no sirven de nada a la hora de concursar. Al tiempo.