martes, 31 de enero de 2012

Tomas Tranströmer




DESPUÉS DE UNA LARGA SEQUÍA

"Ahora mismo el verano es gris; noches extrañas.
La lluvia se desliza desde el cielo
y en calma aterriza
como si se tratase de sorprender a alguien que duerme."

"Los círculos de agua pululan en la superficie de la ensenada
y es la única superficie que hay
-lo otro es altura y profundidad,
ascender y hundirse."

"Dos troncos de abeto 
emergen y se estiran en largas, huecas señales de tambor.
Lejos están las ciudades y el sol.
El trueno está en la hierba alta."

"Es posible llamar a la isla de los espejismos.
Es posible oír esa voz gris.
Para el rayo, el hierro es miel. 
Uno puede vivir con su código."



Y eso que está traducido del sueco...

sábado, 28 de enero de 2012

Más posturitas.



Creo que ya he aprendido a tomar las cosas como vienen, a no darles la importancia que otros querrían que tuvieran. Incluso a no prejuzgar, por mucho que la realidad rara vez me sorprenda. 


Aún así, de vez en cuando llama la atención el teatrillo de actitudes que aparece ante los ojos cuando menos lo esperas.


Hace unos días, hojeando el diario Público en el insti, me encuentro una generosa entrevista a Manuel Vilas con motivo de la aparición de su última novela (hay que ver cuánto escribe este hombre) titulada "Los inmortales". Sí, como la película y después serie. Sin complejos. 


El artículo no tiene desperdicio. Está firmado por Jesús Rocamora y arranca con esta frase: "Si la imaginación pudiera pesarse igual que se pesan las patatas en el súper, el pobre Manuel Vilas (Barbastro, Huesca, 1962) viviría con la cabeza permanentemente aplastada contra el suelo por culpa de la gravedad". Muy fuerte.


Hombre, yo tampoco tendría el cuajo de definir, tal que hace M. Vilas, un escrito mío como "un volcán de libertad donde todo salta". Ni de añadir que "el humor es amor también, una forma de crítica contra la autoridad, algo que nos hace más libres y que nos quita la solemnidad propia de la tragedia humana". Básicamente por sentido del pudor, que en mí está muy acentuado. O por estética. 


De todos modos, hay que ver cuánto piensan los escritores cool del momento. Parece que el rollo petardo de los Nocillos se les ha subido a la cabeza. Quizás luego no les rinde tanta cogitación; quiero decir, cuando se ponen manos a la obra, pero ahí está lo pensado. Para que todos vayamos aprendiendo. 


Por ejemplo, cuando manifiesta su candorosa creencia en el progreso (por considerarse "vitalista", cosa que ni quita ni pone, pero bueno) y en el valor de la literatura como terapia contra la alienación. 


En toda la entrevista, muy extractada, por fortuna, he compartido con Vilas una sola afirmación. Cuando dice: "practico una escritura peligrosa porque me meto en berenjenales que son límites propios de la ficción". Y es que eso mismo, sin aspavientos, nos pasa a todos los que en un momento u otro hemos decidido crear, no repetir lo creado. Y tampoco garantiza el resultado; solo constata la actitud del creador. 


Dicho lo cual, propondría a todos los novelistas, independientemente de sus cualidades y presupuestos creativos, que se dedicaran simplemente a escribir. Es que eso de pensar no es lo nuestro, por más que nos empeñemos. 






Vamos, que tengo unas ganas tremendas de leer "Los inmortales".

Esto es el colmo del despropósito



El asunto de los juicios al juez Garzón es de no creérselo. Incluso viviendo en este país y conociendo el colmillo revirado de bastantes ámbitos de la carcundia patria cuesta creer que, por ejemplo, prospere la delirante acusación de un grupúsculo ultraderechista, o neonazi, o lo que sean esos gilipollas de Manos Limpias (1). En cualquier otra circunstancia, en cualquier otro lugar, habría sido desestimada al instante. E investigada la organización, por si las moscas. Aquí, no.  


Está claro que algo le ha picado a la fachísima estructura judicial para que carguen a rebato contra Garzón, acusándole nada menos que de prevaricación por ordenar ciertas escuchas. Si no son legales, le tumban las actuaciones, se invalidan las pruebas y ya está, como sucede con tantos jueces en tantos juicios a quienes nadie ha osado acusar de estar prevaricando.


Segundo, por no sé qué subvención para unos cursos en Estados Unidos que el noventa por ciento de los jueces ha aceptado sin que nunca pasase nada. Simplemente, ridículo. 


Tercero, y aquí les duele, por abrir la causa por los crímenes del franquismo. Aducen que la ley de amnistía de nuestra idílica transición lo ha tapado todo bien tapado. Pero es que los crímenes contra la humanidad no prescriben nunca, que yo sepa. No sólo es lícito, sino que resulta encomiable pretender tales actuaciones. 


Ahora no soy tan patriotero, pero siempre he comentado lo lamentable que fue en su momento no fusilar, no encarcelar, no exiliar y tampoco purgar a los criminales que actuaron a sus anchas durante el franquismo. Policías, políticos, militares... La vida civil se ha sedimentado sobre la prepotencia asesina de una parte de la sociedad. Que, además, ha medrado a partir de la desgracia de los vencidos. 


Y no hablo solo de sucesos ocurridos durante la guerra, sobre lo que habría mucho que decir, sino en la larguísima posguerra del militar fantoche y su cuadra de mantenidos. Sin olvidarnos de la iglesia católica, por supuesto. 


En fin, esto es lo que están intentando detener con el juicio aberrante al juez Garzón. Tanto que el mismo juez instructor de una de las causas asesoró a los analfabetos ultras, corrigiendo las numerosas deficiencias de su escrito de acusación. Y eso, no sólo no es punible, sino que no ha generado ningún tipo de recusación sobre el individuo, que ya podemos imaginar de qué ideología cojea.  


Mañana, domingo 29, a las doce de la mañana, en Madrid, manifestación de apoyo y en contra de los procesos. Sale de la Plaza de las Salesas (junto al Tribunal Supremo) y llega a la de Canalejas. 


A pesar de mi poca afición a cualquier demostración callejera, yo no me la pierdo. 






(1) ¿No fue ese el pseudo-sindicato que denunció a los Lunnis?

domingo, 22 de enero de 2012

Pedagogía ful







"Lo malo de la pedagogía es que luego todo se sabe", bromeaba un amigo hace lo que parece una vida. Pienso, sin embargo, que sigue teniendo razón. 


No sé si me explico: a veces me apetece considerar lo propio como algo que ha costado demasiado conseguir para que cualquier indocumentado, sin tener interés en ello, sin saber qué hacer con ese conocimiento, sin prestarle más que una leve atención, llegue y lo venda al barato.


Desearía que se esforzase al menos lo que yo y diese los mismos palos de ciego, perdiese el camino todas las veces necesarias. Mi misión sería tan solo dar la pista en el momento preciso y dejar que se estrellara por sí mismo y se recuperase también a su manera.


Yo, que me dedico a mostrar profesionalmente, tanto en clases como en libros, me temo que no he logrado eliminar un cierto pudor. A veces desearía no haber expuesto aquel amor por cierto libro, por ese autor, por las palabras que escuché de otros profesores, de otros escritores, en canciones que definieron parte de lo que hoy se ve. 


Otro problema de la pedagogía es que, teóricamente, al final cualquiera acaba por saber más que uno mismo. 


¿O esa era su función? No sé...

miércoles, 18 de enero de 2012

El lunes murió Gustav Leonhardt




Es decir, el autor de interpretaciones como esta, absolutamente soberbias, irrepetibles, de un virtuosismo que más que apabullar (y apabulla un rato largo) te obliga a entender la música. Cómo fue concebida, qué sentía y pensaba su autor, con qué emociones, qué brío y qué pasión inundaban su mente al componerla. 


Ahora recuerdo la imagen, en su último concierto en Madrid, de un aficionado que, puesto en pie, aplaudía enfervorizado con las lágrimas cayendo por su rostro. 


No sé qué mejor homenaje puede haber para alguien que vivió dedicado a la música. 

martes, 17 de enero de 2012

"La península", de Julien Gracq.


"Una mañana, Simon espera a su amante en la estación de ferrocarril de Brévenay, aunque ella, Irmgard, le ha advertido de que puede que no llegue al mediodía. En efecto, cuando aparece el tren, ella no está allí. Para matar el tiempo, Simon decide recorrer la costa bretona en coche mientras aguarda la llegada del siguiente tren". 


Apasionante, ¿no? Casi tanto como el argumento de "El rey Cophetua", que puede que sea el más lacónico de la historia de la literatura. Y, sin embargo, su lectura me parece cada día más imprescindible. Y una experiencia apasionante que no deja respirar al lector más que con su ritmo tenso, delicado, un tanto enfermizo. 


La trilogía de la espera, dicen que forman estas dos historietas y otra más. Dan ganas de hincarle el diente cuanto antes. Bueno, la dejaré reposar hasta que termine las últimas doscientas páginas de "Mentiras fundamentales de la iglesia católica", que estoy leyendo estos días. Pues no soy nadie mezclando lecturas sencillitas...



domingo, 15 de enero de 2012

Nadie. Nunca.





La gamberra de la Barberá (véase la foto) ha dicho que todos los funcionarios públicos recibimos regalos habitualmente y que esto es una situación cotidiana. De periodicidad anual, al menos.


Bueno, eso dice ahora, porque en 2009 lo negaba en redondo. Será que tenía la memoria frágil y ahora, tras serias ingestas de Fósforo Ferrero, va recordando mejor. Maravillas que obra en el organismo la instrucción de ciertas causas por corrupción.


Yo, que vengo trabajando para la administración pública desde octubre de 1990, if my memory serves me right, estoy más bien desconcertado. Porque no recuerdo que nunca nadie me haya dado nada como agradecimiento por lo bien que su hijo ha aprendido la literatura barroca o los verbos irregulares. 


Y a fe que más de una vez nos hemos merecido algún pata negra embodegado, alguna estilográfica de edición limitada, alguna ayudita para pagar los plazos del utilitario. Creo que incluso con una palmada en la espalda nos habríamos conformado. Así de pobretones somos los docentes. 


Pero no. Nadie. Nunca. 


Tampoco es que lo lamente, porque a la vista de lo mal que se pasa justificando unos bolsos de Vuitton de nada, casi perdono el coscorrón. Pero hombre, de ahí a que la sinvergüenza que sí los recibía por decenas acuse a los demás de ser tan receptores como ella... Era lo único que nos faltaba. No solo no cobramos sino que encima nos toca pagar la cama. 

miércoles, 11 de enero de 2012

El Cuarteto Emerson, en Madrid este viernes.





Con el siguiente programa:


Thomas Adès. Cuarteto de cuerda n. 2 "The Four Quarters" (2011).
Wolfgang Rihm. Cuarteto de cuerda n, 4 (1980-81).
Béla Bartók. Cuarteto de cuerda n. 5 Sz 102 BB 110 (1935).


Y con estos precios de entradas, que casi da vergüenza mostrarlos: 


Zona A (butacas y tribuna central): 10 €.
Zona B (tribunas laterales): 7 €.


Entradas último minuto (para menores de 26 años)
Zona A: 4 €.
Zona B: 2,80 €.


En fin, a ver quién resiste luego la tentación de comentar el concierto. Sobre todo, si tocan como tocan: 




sábado, 7 de enero de 2012

¡Man regalau un kindel, cos!





Y veo tres problemillas de nada en el aparato: 


El primero es que, por mucho que insistan, esa pantallita no tiene nada que ver con el libro en formato tradicional. O sea, con hojas de papel, tapas de pasta, ruido al pasarlas, peso y textura característicos, etc. 


Su lectura es un hecho físico muy diferente y eso nos lleva a otro tipo de relación con el texto. En mi caso, tiendo a hojear, no a leer. Es decir: mi mirada se desliza como en la pantalla del ordenador. Y no es lo mismo buscar información en internet que leer un texto literario. Tengo que esforzarme para entender cabalmente el contenido, no siempre claro, de un libro que en otras circunstancias podría haberme apasionado.


El segundo, que su oferta, por mucho que los de Amazon quieran venderme la moto, no es nada atractiva. Porque antes que leer las novedades cutres de siempre prefiero dedicarme a la cría caballar. Mientras las editoriales más minoritarias (y mucho más interesantes) que suelo frecuentar no pongan sistemáticamente su catálogo en formato digital, no creo que yo sea demasiado adicto a este artilugio. 


El tercero, que no me da la gana de pagar catorce o quince euros por un libro que en la tienda, de verdad, con olor a libro, ruido de páginas y todo eso, me va a costar dieciocho o veinte. La relativa comodidad de descargarlo al instante no justifica ese abuso. Vamos, que mientras las novedades no las cobren a un máximo de cinco o seis euros calculo que va a haber bastante pirateo. 


Ya apareció el otro día Lucía Etxebarría diciendo que no le compensaba escribir para que el producto de su genio literario se esfumara con la piratería. Yo no puedo menos que aplaudir su decisión de no torturarnos más con sus libros pero, alivios aparte, tiene toda la razón. 






Comentábamos estas navidades en lo de Pepito (Librería Antígona, C/ Pedro Cerbuna, Zaragoza) que a nadie se le ocurre llamar al fontanero, solicitar los servicios de un médico o adquirir un cuadro y considerar que no tiene por qué pagar nada. Sin embargo, con cierto trabajo intelectual de tipo creativo se ha extendido la idea peregrina del todo gratis. 


De seguir así, dentro de unos años no habrá quien tenga la menor intención de ponerse a escribir y luego publicar lo que ha parido. ¿Para qué, si lo divertido es imaginar historias y el trabajo duro empieza al enfrentarse con el folio vacío? 


Habrá que reconocer a la petarda de Etxebarría el mérito de haber puesto el asunto crudamente encima de la mesa. Al menos, la chica es directa. Si este problema no se solventa ahora mismo, me temo que vamos a vernos abocados a una situación peor que la de los músicos. 


Porque estos pueden hacer bolos y sacar de otro lado lo que pierden en "royalties", pero ¿qué gira de actuaciones puede hacer la inmensa mayoría de los plumíferos? ¿Y cuánto va a querer pagar el público fiel por una conferencia de mentes eximias como las que todos tenemos presentes?





jueves, 5 de enero de 2012

Otro regalito para el nuevo año: Cuarteto de cuerda nº 12, de Wolfgang Rihm.



Aunque a algunos no se lo parezca, este es tan exquisito como el de "Alcina", de Haendel, que incluí el pasado día 2 de enero. Solo que exige una atención mayor (y diferente) ante el desafío. Y quizás no resulte tan relajante. Pero es muy bueno, de verdad. 



miércoles, 4 de enero de 2012

No, si yo entiendo al ex-presidente del Valencia C.F.






Y, como él, a veces me he visto presionado para soltar una pasta que no podría justificar de ningún modo. También, como a él, me ha impresionado la entidad de las personas que me pedían esos libramientos. Y sabía del prestigio que obtendría a sus ojos, los problemas que me iba a evitar y lo bien considerado que estaría. 


Pero, a diferencia de todos esos responsables de las diversas Generalitats, presidentes de empresas, de clubes y demás, sé que el dinero, sobre todo si es público, es una cosa bien seria a la que tengo gran respeto, por no decir miedo cerval. Y que todo gasto hecho debe ser respaldado por su correspondiente factura. E incluido en su concepto apropiado. Y defendido cada principio de año ante quienes controlan mi gestión. 


Por ello, lo lamento pero no hay excusas. O se hace bien o lo contrario, perdónenme ustedes, es un robo. En cualquiera de sus variantes: desfalco, apropiación indebida, desvío de fondos, como queramos tipificarlo. Pero robo. 


Dicen los vejetes de cualquier plaza pública que en España hay mucho sinvergüenza. Puede que sí. Lo que hay es demasiada gente sin miedo a que la pillen cuando roba a todos los demás y demasiada gente que no tiene miedo a que alguien vaya un día a investigar sus cuentas. 


Que esto no es Suecia, señores. Ni tampoco hace falta. Considero, no obstante, que la honradez es asunto privado. Establecer el miedo al lobo sí es deber de los gobiernos. 

lunes, 2 de enero de 2012

Magdalena Kozená. Porque sí.




Esta aria de "Alcina" (Haendel) me parece de perlas para comenzar el espléndido año 2012 que nos espera. 


También les regalo un poema de Safo de Mitilene que siempre me ha parecido delicioso y, por cierto, muy apropiado para leer con esta música, suave, de fondo.

Hay algo en la Kozená, ese gesto de enfado infantil que adopta cuando se enfrenta con los pasajes más arrebatados, que me retrae a una sencillez anterior al conocimiento. No porque una (Magdalena) u otra (Safo) no supieran perfectamente lo que hacían o no procedieran de una tradición que dominaban: 


"Me parece que es igual a los dioses
el hombre aquel que frente a ti se sienta, 
y a tu lado absorto escucha mientras
dulcemente hablas
y encantadora sonríes. Lo que a mí
el corazón en el pecho me arrebata;
apenas te miro y entonces no puedo 
decir ya palabra. 
Al pronto se me espesa la lengua
y de pronto un sutil fuego me corre
bajo la piel, por mis ojos nada veo,
los oídos me zumban, 
me invade un sudor frío y toda entera
me empequeñezco, más que la hierba pálida
estoy, y apenas distante de la muerte
me siento, infeliz".


Es evidente que no. Pero entenderán que ese sentimiento de  falsa ingenuidad, tan difícil de conseguir cuando se han sobrepasado los límites y perdido el contacto con lo esencial, tiene una ilimitada capacidad de seducción. 


En efecto, lo más delicado es un excelente compañero para estos tiempos de barbarie intelectual que nos ha tocado soportar. Disfrutémoslo mientras nos dejen.