lunes, 30 de abril de 2012

Ya es evidente: tenemos el peor gobierno de la democracia.





Y que conste que, a pesar de lo que me propuse y a pesar de lo que ellos hicieron en 2004 y en 2008, les he concedido los habituales 100 días de gracia. Pero este gobierno es incluso peor que la infausta segunda legislatura de Aznar, lo que es mucho decir. 


La situación actual es de tal gravedad que ya no se puede andar con paños calientes: esto es un ataque furibundo, integrista y muy bien orquestado contra las estructuras básicas de nuestra sociedad. 


Lo de la crisis es la excusa que buscaban desde los años ochenta (recordemos a la muy asquerosa Maggie Thatcher, un baldón en la historia de occidente) para desmantelar el Welfare State minúsculo que teníamos, pero en el que al menos la sanidad pública funcionaba bien y la educación se mantenía a duras penas. 


Esa obsesión, que proviene de otra tipa puritana y, por ello, muy dañina, Angela Merkel, ha sido asumida por el mamarracho impresentable de Rajoy como si fuera el dogma de toda su vida. Además, evitando dar explicaciones, hurtando sus comparecencias en el Parlamento, hablando solo para los suyos como si aún estuvieran en la oposición y no hubieran contraído las responsabilidades que en ningún momento, y con la mayor irresponsabilidad, dejaron de achacar en foros patrios y foráneos, contribuyendo en buena medida a perjudicar nuestra imagen exterior con mensajes alarmistas e injustificados. 


Ahora que se ven al otro lado de la barrera no saben qué es lo que pasa. Yo se lo puedo decir: que no es lo mismo predicar que dar trigo. Que no tienen la menor capacidad, no habían previsto lo que se les venía encima, estaban convencidos de que el mero triunfo del PP iba a arreglar todo como por ensalmo. Ahora quieren resolver el problema aplicando la receta que les dictan desde la Comunidad Europea y despotricando como en un mantra orquestado del statu quo que les han legado los socialistas.  


¡Y una mierda! La mayor parte del aumento de la deuda ha sido generado por unas comunidades autónomas que en su mayoría ya controlaban ellos (y, por tanto, conocían el estado de las cuentas y la desviación de presupuestos que ahora les conmueve tanto). El resto estaba perfectamente explicado y era de dominio público. La única desviación ha venido por el descenso de los ingresos. Y la política actual de recortes brutales no va a hacer otra cosa que agigantar este proceso, puesto que la demanda se va a contraer aún más y esto generará más paro, etc. 


Pero no, ellos se empeñan, como el nefasto Aznar, en cantar alabanzas a la mierda esa del déficit cero, que es 
a) imposible en una economía como la española 
b) una artimaña contable, siempre fraudulenta, para hacer como que somos buenos, pero a costa de cercenar la vitalidad de nuestra economía. 


Son gente malsana. Hay que echarlos del gobierno cuanto antes. ¿Me oís, votantes de izquierda?

sábado, 28 de abril de 2012

Ciencia-Ficción Inglesa, vol. III







Debo a la biblioteca de mi padre, allá por los años sesenta y setenta, bastante más de lo que puedo reconocer. En ella comencé a abrir mi mente a otras realidades. Comprendí que no todo era lo que nos rodeaba, que había mundos posibles y a mi alcance infinitamente más interesantes que la chata realidad de un pueblecito navarro. 


Entre otras obras, me entusiasmó la compilación de historias de ciencia-ficción inglesa de Editorial Aguilar. Mi padre había comprado dos volúmenes que devoré en un par de semanas. Y luego los releí innumerables veces. Cuando, allá por el 93, decidí que era capaz de escribir mi primera novela, la historia estaba inspirada en una narración de J. G. Ballard titulada "Volverás a Murak". Por suerte, creo que nadie la ha leído. La mía, por supuesto. El cuento de Ballard es una joya.  


Pues bien: hace poco, rebuscando en librerías de viejo, me percaté de que existe un tercer tomo de la selección. Me he hecho con él y creo que, aunque demasiado tarde, como todo en esta vida, en algo he completado a mi padre. 


Es como si, metafóricamente, le devolviera el favor enorme que me hizo dejándome ser como he sido, sin cortapisas ni censuras. Un niño distraído que se abisma durante tardes enteras en la lectura de libros que ni siquiera son apropiados para su edad. Ni falta que hace: un chaval entiende en cada momento lo que está preparado para asimilar. 




Y, por otra parte, es como reconocer su mérito a la generación que fue joven en los primeros años cincuenta, que no pudo estudiar, a pesar de ser bastante más lista y resuelta que la nuestra, que tuvo un limitadísimo acceso a la cultura y, por ello, insistió en que sus hijos llegáramos lo más arriba posible. 


La primera narración de este tomo III es de John Wyndham, "Marciana tonta", y comienza así: 


Cuando Duncan Weaver compró a Leslie -no, parece feo decirlo de este modo-; cuando Duncan Weaver pagó a los padres de Leslie 1.000 libras en compensación por la pérdida de sus servicios, tenía la idea de no pagar más de 600, y si fuese absolutamente necesario, llegar a las 700 libras. 


A todos los que había preguntado en Port Clarke le aseguraron que era un buen precio; pero cuando trató más a fondo el asunto, no resultó tan sencillo como los de Port Clarke creían. Las tres familias marcianas a quienes se dirigió no habían mostrado ninguna buena disposición para vender a sus hijas...


Alguien se habrá preguntado cuál es el motor para que alguien se decida a contar historias por escrito. Bien: para mí, este fue uno de los primeros. Y todo gracias a Julio Milagro. 

martes, 24 de abril de 2012

Damas: aún existen caballeros.

Escudriñando la red por motivos de documentación, he dado con este pecio. Al loro, que va en serio. 



Lo cual, y como es costumbre, me abre varios interrogantes sobre el estatus mental de esos que se hacen llamar publicistas, la concepción pretridentina del mundo que tienen los directivos de Floïd y la paradoja de que haya tantos licenciados en Hispánicas en paro y bandadas de analfabetos por ahí, sueltos y sin bozal.

miércoles, 18 de abril de 2012

"Lo siento mucho. Me he equivocado y no volverá a ocurrir".





Bien. Ya sé que un par de frases no son bastantes para justificar nada, pero hoy me he sentido orgulloso de tener en la Jefatura del Estado a alguien capaz de pedir disculpas por un hecho que, si bien moralmente muy objetable, desde el punto de vista jurídico o incluso institucional es casi irrelevante. 


¿Alguien recuerda a algún inculpado en la trama Gürtel o en tantos otros casos de corrupción haber hecho algo remotamente parecido? Yo, no. 


La soberbia convierte a la persona en aborrecible. La humildad acerca al hombre. 


No deberíamos tener rey, pero ¡qué rey tenemos!

martes, 17 de abril de 2012

Hacer entender lo complicado.



Estoy convencido de que lo que es humano y está hecho por humanos es para que otros humanos lo aprecien, entiendan o aprovechen. Nadie crea algo en la Tierra para los improbables habitantes de las Nubes de Magallanes, me imagino. 


Por ello, desde hace tiempo me he acostumbrado a pensar que si alguien expresa cualquier contenido de modo que es extremadamente difícil captar lo que pretende, es culpa del emisor del lenguaje, y no porque sea muy inteligente, sino por no saber expresarse.  


No quiero negar con esto la existencia de disciplinas más arduas o contenidos extremadamente técnicos de gran complejidad. Para penetrar en esos conceptos hace falta un bagaje especializado que a menudo lleva años de estudio y entrenamiento. 


Si, a pesar de todo, hay textos que resultan diabólicamente complicados, no es cosa de pensar que el neófito es un zote. Porque he constatado en numerosas ocasiones que te topas con un escrito indescifrable y a la vuelta de la esquina hay otro que lo explica en dos capítulos como si nada. No tendrá la misma profundidad, carecerá de su estilo refinado y sonará a zafio y pedestre, pero ahí están las ideas. Por muy complicado que sea algo, se puede desmenuzar y convertir en grageas digeribles. Más adelante, si el contenido interesa, ya se adentrará en las complejidades del original. 


Digo esto a cuenta de mis últimas lecturas filosóficas, algunas de inquebrantable estilo coñazo que no he dudado en tirar a la papelera, y otras amenas, apasionantes, lúcidas e incluso divertidas. 


Sí, divertidas, porque la evolución intelectual de un pensador puede ser tan apasionante como una novela, o mucho más. Todo depende de cómo se escriba: para un grupo selecto de especialistas volcados en alusiones autorreferenciales y detalles irrelevantes o para que el resto de la humanidad tenga derecho a averiguar si Husserl, pongamos por poner, es tan básico para la filosofía moderna como afirman muchos de sus seguidores, a algunos de los cuales ya he leído. Y entendido, que no es para tanto.


Para finalizar, un ejemplo personal: hace cinco o seis años tuve ocasión de dar clase a adultos en un pueblecito cerca de Alcalá de Henares. La mayor parte de mis alumnos eran personas de cierta edad que no habían podido terminar la Secundaria y alumnos rebotados del instituto que tenían una segunda oportunidad. 


Yo pensaba que impartir una materia como Literatura Española iba a ser imposible. ¿Se imaginan explicar la mística y la ascética a los más difíciles de los contornos? Pues me equivocaba. Y los alumnos no me tiraron por la ventana. Al contrario. Lo pasamos bastante bien y, al menos en rudimento, entendieron de qué iba Quevedo, o la Celestina, o el Romanticismo, o por qué Don Quijote es una novela fundacional. 


A otra clase, esta un taller sobre literatura, acudían cosa de una docena de "marujas", sea esto dicho con mi mayor respeto y admiración, porque se los merecen. Algunas estaban acostumbradas a leer. Otras lo hacían con algún problema. Pues bien: recuerdo que empezamos con un texto de Borges. Luego, Lope de Vega. Más tarde, Kafka, Homero, sonetistas del Renacimiento, Shakespeare, Melville, Cortázar, lo que se nos ocurría. Todo lo vimos con creciente entusiasmo de las doñas, que procuraban no faltar ni un solo día. Que conste que el entusiasmo era compartido por mí. 


Al final, un día en que comparábamos a Petrarca y Garcilaso con Du Bellay, una de ellas dijo de un soneto de este último: "¡Qué malo!". Paré la charla y aplaudí. Ellas no entendían. Les expliqué que estaba aplaudiendo, no la opinión de la alumna, que no compartía del todo, sino el hecho de que se hubiese atrevido a opinar, cosa que jamás habría hecho al principio del taller. "¿Sabes qué es esa exclamación?", le dije. "Un comentario de texto". 


Vamos, que todo tiene su técnica. Es cuestión de querer hacerlo comprensible. 

sábado, 14 de abril de 2012

14 de abril, sin más.



Para que no nos olvidemos de que este triste país tuvo una oportunidad de cambiar las cosas. 

Y para que dejen de dar la barrila con el puto barco ese en medio del Atlántico, joder. 

lunes, 9 de abril de 2012

¡De nuevo el obispazo!





Quién sino el de la diócesis de Alcalá, Juan Antonio Reig Pla, que otra vez aprovechó una homilía, la del viernes pasado, para poner a caldo a los homosexuales. 


Entiendo que solo a los de sexo masculino, pues alegó que, por efecto de ideologías engañosas y por probar si el invento iba con ellos, se prostituían y frecuentaban "clubes de hombres". No veo a una lesbiana ligando en saunas de ambiente gay, así que...


Aparte de la gilipollez inmensa de esas afirmaciones, propias de algún retrasado del siglo XIX, a mí me extraña tanta erudición práctica en boca de alguien que, en principio, tiene vedado entender de estos asuntos. ¡Pero si parece alguien habitual en el ambiente nocturno de Chueca! 


O él o quienes le informan están muy, pero que muy puestos en la materia. Bravo por el documentalista del obispado. 

sábado, 7 de abril de 2012

Necesidad en el cambio.







Escucho con atención a los viejos (y no tan viejos) amigos y compruebo lo poco que han cambiado en cinco, diez, veinte, incluso más años. Al menos, esa sensación transmiten. La edad va demoliendo los cuerpos y facciones, o asentándolas, pero parece que no ofrece tanta erosión sobre las mentes. Resisten como si estuvieran talladas en mármol. 


Por más que me duela reconocerlo, algunos de ellos, gente que me influyó poderosamente y de la que tomé todo lo que pude, siguen reproduciendo su adolescencia y primera juventud como en una suerte de bucle. Y resulta curioso ver cómo las mismas posturas, las frases que las acompañaban cuando los traté por primera vez, incluso las anécdotas se repiten sin que para ellos dejen de producir esa suerte de efecto reivindicativo o balsámico.


Yo no me veo así, como es lógico. Tampoco ellos a sí mismos, y me consta porque a alguno le he preguntado. No me atreví a hacer la misma pregunta sobre mí: sospecho la respuesta. Y me temo que quien no ve cambio en su interior es incapaz de comprenderlo en lo ajeno.


Sin embargo, sé que he modificado tantas cosas, he cambiado en tantas opiniones, me he deshecho de casi todo lo que me estaba asfixiando, empezando por la misma ciudad... 


Para tratar de algo que no levante resquemores, en el proceso de escritura, que es el detalle que me ha llevado a esta observación, casi no reconozco cómo me enfrentaba con las ideas y las transformaba en páginas de "No es suficiente" allá por 1997-99. 


O el complejo proceso de redacción de "Parece septiembre", del que me ha costado mucho más tiempo desprenderme, sobre todo por circunstancias personales y editoriales, ya casi no se me aparece cuando me enfrento con los folios últimos de "Los días y la noche", que tiene una complicación diferente y más insidiosa, me temo.


Y menos aún cuando elaboro las líneas generales y algún bosquejo de la próxima novela, aún mal titulada, que ha de ser novedosa y bien diferente, y otro embolado técnico de consideración, como siempre que me fijo un proyecto. En qué queda luego, es asunto de que ustedes lo consideren y juzguen. Yo no puedo hacer otra cosa que avanzar. 


Pero esa mutabilidad dentro de las mismas líneas, que considero sin embargo suficiente para justificar el vocablo tan trillado de "evolución", me cuesta encontrarla en aquellos otros que deberían haberla asumido durante todos estos años. No sé quién está mejor asentado, o qué pasa conmigo para no poder sentirme bien con lo que ya poseo... 



viernes, 6 de abril de 2012

"Al buen pagador no le duelen prendas", como dice el clásico




Lo cito a cuenta de la ya mencionada "amnistía fiscal" para los delincuentes que tienen fortunas escondidas o allende las fronteras. Y no por los que inmigran sus capitales, sino por los que alientan la fechoría. 


La pregunta que me hago es a quién están pagando los del gobierno del PP los servicios prestados: ¿solamente a CiU, cuya propuesta fue admitida de la noche a la mañana, o también a sus numerosos defraudadores amigotes de las altas esferas? 


Para mí que he acertado de pleno. En los dos casos. 

jueves, 5 de abril de 2012

Las 5 frustraciones



A veces, parece como si me copiaran de lejos. Léase, si no, este comentario inicial del nº 11 de  "Filosofía Hoy":


"Esta crisis nos hace reflexionar sobre principios y derechos que parecían inherentes a la vida civilizada de nuestro tiempo:
1.- Nuestra vida debe tener garantías: No. No tenemos garantías de pervivencia de casi nada. 
2.- Tenemos derecho a la estabilidad de lo conseguido: No. Ese derecho es evanescente. 
3.- Nuestro esfuerzo merece que la producción crezca: No. Todo crecimiento es cíclico y decreciente salvo que se alimento con innovaciones constantes. 
4.- Reformemos lo inadecuado: No está al alcance de nuestra voluntad. El mundo se reformará solo en algunos aspectos y nada en otros. Simplemente nos utilizará sin consultarnos. 
5.- Al menos, debemos predecir el futuro: Ni siquiera hay consenso para predecir evoluciones materiales -como un simple índice económico- a 12 meses vista". 


En fin, no sé si puedo estar más de acuerdo con una reflexión sobre la situación actual. Sobre todo, cuando antes de estas 5 evidencias habían comentado otra que también vengo pregonando desde hace años: 


"La crisis actual apenas merecerá unas líneas en la historia económica de nuestro siglo XXI. ¿Se desplomó el PIB europeo un 30% y millones de ciudadanos revivieron el fin de la Segunda Guerra Mundial? No; fue una contrariedad molesta que estancó el crecimiento durante unos años, un ligero pliegue en la evolución social. Y, sin embargo, nuestro sentimiento subjetivo nos narra la situación con tintes poco menos que agónicos". 



miércoles, 4 de abril de 2012

Últimos teatros







Otro de los placeres a los que de vez en cuando me dedico es el teatro. A pesar de ello, creo que apenas ha aparecido en este blog. Supongo que habrá asuntos más acuciantes que me llaman la atención para volcarlos sobre mis desdichados lectores. 


En fin: hace pocas semanas asistí en el antiguo Matadero de Madrid a la representación de "El montaplatos", de Harold Pinter, puesta en escena por El Animalario y representada por Alberto San Juán y Guillermo Toledo. 


Menos mal que en escena estaban estos dos bestias, que dieron un auténtico recital de pasión, capacidad, gusto, mesura y buen hacer porque, de lo contrario, habría sido un tostón considerable. 


Es que el texto de Pinter está mal estructurado. Y esto es algo que he tardado bastante en aceptar, por esos respetos absurdos que uno tiene al tótem cultural de sus años de carrera. La obra es tediosa al comienzo, anodina en su desarrollo y el clímax llega tras muchísima dilación, no se justifica en absoluto por la evolución de los personajes y, para terminar de fastidiarlo, parece forzado, grandilocuente. 


Ya digo que todo el peso recae en la soberbia interpretación de los dos actores. Ni siquiera los efectos luminosos y auditivos (el montacargas famoso y su tejemaneje de notas de pedido) logran dar algo de tensión a la trama, que se ve abocada a una conclusión falsa. Muy falsa. Además, creo que pretende marcar una línea de continuidad con el teatro del absurdo de, pongamos, un Samuel Beckett y le falta fuelle, recursos, tensión. 






Vaya, que no me gustó demasiado por culpa de la obra en sí, aunque la puesta en escena de Andrés Lima es eficaz, el lugar, de carácter industrial, se adapta de maravilla al tema y hubo lleno total de un público entregado (con famosos incluidos, ya que era la última representación). 


Ayer, sin embargo, estuve en el Teatro Pavón, sede de la Compañia Nacional de Teatro Clásico. Ponían "Farsas y églogas", de Lucas Fernández, escritor a caballo entre el siglo XV y XVI, coetáneo y rival de Juan del Encina, que trata temas pastoriles en estilo rústico, para que nos entendamos. 






Calificar la obra de primitiva, elemental y poco sofisticada sería lo mínimo. Daba la impresión de estar asistiendo a cualquier representación callejera en el tardomedievo, con tanta importancia del texto (en un lenguaje apenas comprensible, si no fuera por la excelente interpretación de la compañía Nao d'amores) como de la música, la mímica (que no acababa de caer en lo grosero, por muy explícita que se mostrase) o el muy agradable sentido del humor, que es la base de las obras. 






Estamos en los comienzos de la función teatral propiamente dicha, a kilómetros de distancia de la revolución de la Comedia Nueva de Lope. La trama es elemental, los temas, casi infantiles... Y, sin embargo, el modo de contarlo, la gracia de los personajes (la mayor parte, pastores reales que tienen muy poco que ver con los bucólicos garcilasianos) hacen que merezca la pena, y mucho, volver a los orígenes y pasarlo tan bien como sin duda lo pasaron los otros (pocos) asistentes de un martes lluvioso. 



lunes, 2 de abril de 2012

Qué suerte ser español y estar forrado





Porque a mí, que me sale el dinero por las orejas, como es bien sabido, me ha ocurrido algo impensable: este gobierno  acaba de anunciar que puedo traer los millones exiliados, declararlos y solo pagaré el 10%. Menos que cualquier empresa o que un autónomo modulero, que ya es decir. Ni recargos, ni multas, ni nada. Para eso están los asalariados, que pagan por todos los que nos escaqueamos. Y, si se retrasan, Hacienda les echa los perros. 


No hay nada como un gobierno de derechas. Es que tienen una sensibilidad social...