sábado, 16 de diciembre de 2017

"Lo peor de la lluvia" ya está editado.



Siempre he pensado que, si no se tenía nada que contar, más valía el silencio. Por eso, tras un largo retiro, vuelvo a este blog  para anunciar la publicación de mi nuevo libro de poemas "Lo peor de la lluvia".
La editorial Amarante, de Salamanca, ha decidido confiar en mí y editarlo en un tiempo récord. Esperemos que sea bien acogido. Vosotros tenéis la palabra.

Hablando de palabras, la presentación en Zaragoza tendrá lugar el sábado 20 de enero, a las 12:30, en la Librería Antígona (C/Pedro Cerbuna, 25, junto a la Universidad). Estoy intentando embolicar a un excelente poeta, narrador y ensayista local para que me ayude en la tarea. Veremos si se deja convencer.

La presentación en Madrid está todavía en el aire, pero ha de ser sobre esas mismas fechas. Pronto habrá noticias al respecto.

Por si alguien quiere adquirir el libro y regalarlo estas navidades a ese cuñado que no le cae bien, dejo este enlace:

https://editorialamarante.es/libros/poesia/lo-peor-de-la-lluvia

Y un avance para abrir el apetito:

GRAN ANÁLISIS DEL MOMENTO


Estoy leyendo últimamente libros que no entiendo
y esta llovizna azul, por definirla de algún modo
inteligible aunque erróneo, deja perlado el ánimo
de añoranza, a caballo entre el paseo confiado
y un traqueteo monótono vencido en obsesiones
que no hace tantos años me ayudaba a vencer
la habitual dosis colmada de basura. 

Puede ser la abstracción cotidiana de John Ashbery, 
esa que te permite creer que estás adentro
en su trama de obviedades tan sagaces, 
quizá la prosa adormilante de Heidegger, 
qué voy a hacer, me encanta ser alumno
de un escalpelo hundido hacia la nada, 
o a veces la suavísima locura Kawabata, 

la cosa es que esa lluvia resbala sobre el pelo, 
moja la nuca, enfría la corteza sensible
hasta querer derretirse de prosodia feliz, 
pero no hay átomo honrado que penetre; 
entendámonos bien, las páginas cepillan
con gran clase mis más toscas rebabas
y a veces imagino ser un todo con orbes tan vibrantes, 

pero el día se oscurece de repente, caen mucosas 
prendidas de las ramas y estremecen al pobre
caminante tras su perro, siempre engañado
y de pronto satisfecho de estar allí mojándose,
más necio que la misma solapa de sus libros vedados,
dispuesto a revelar las marañas perniciosas que le abaten
y cierto en que, al ser humano, de todo le llega un beneficio.