Hacía mucho que no escuchaba a Duquende. Demasiado. Y eso que me gusta hasta cuando no me gusta. Quizá sea porque al oír su voz me vuelve la de Camarón. ¡Qué grande! ¡Qué serio! ¡Qué frágil y a la vez qué potente!
A ver cómo os sientan estas bulerías. A mí me han sabido a poco.
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