viernes, 9 de agosto de 2013

Un cierto café de Delft


Es quizás la imagen más resuelta de estos días de vagabundeo. Pure Food Café, Hills and Mills, por más señas, negocio familiar de un pakistaní que casó con aborigen de los Países Bajos. Sus hijos, por supuesto, conservan lo mejor de ambas etnias, como sucede casi siempre en las mezclas arriesgadas. 

Estaba leyendo un cuadrito con la historia del señor Kazmi, emprendedor self-made man, cuando la chica que nos había atendido, una belleza exótica llamada Baluk, tal que a la izquierda de la foto



me preguntó si entendía la explicación. Estaba en inglés (yo el holandés ni lo rozo) y se extrañaba de que un español lo controlase hasta ese extremo. No es de extrañar, después del nivel que exhibimos por ahí.



Sí: la monada de arriba, a la derecha. 

Bueno; que entablamos una agradable conversación. Es una chica encantadora, servicial y bastante más cálida de lo habitual por esas tierras. Ella misma se quejaba de la frialdad del carácter neerlandés y su escasa afición a salir a la calle, incluso en verano y con un clima excelente. 

Y etcétera, con escasos lugares comunes, buen sentido del humor y capacidad de acercarse a las posturas de unos desconocidos que aprovecharon para sonsacarle opiniones sobre bastantes asuntos. Y más profundas de lo que podría suponerse. 

Una sobremesa deliciosa en una ciudad bella y apaciguadora. 

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