sábado, 5 de abril de 2014

Pasión antigua: Il Giardino Armonico.




Esta es la faceta más conocida de Il Giardino Armonico, la de acompañamiento de brillantes figuras del canto, junto con las aceleradísimas versiones de "Las cuatro estaciones", de Vivaldi, que les dieron notoriedad allá por los primeros años 90. 

Sin embargo, también hay otra faceta del conjunto, más oscura y humilde, pero yo diría que incluso más interesante para el aficionado, que es la que pudimos escuchar en el Auditorio Nacional este pasado jueves. 

Porque, a priori, el programa de mano no me decía gran cosa: Giorgio Mainerio, Thomas Preston, unas gotitas de "Orfeo", de Monteverdi, Samuel Scheidt, Bellerofonte Castaldi, Gesualdo da Venosa, Cristoforo Caresana, Gian Prieto del Buono, Jacob Van Eick, Lodovico Grossi da Vadiana, Vincenzo Ruffo... En fin, música del Renacimiento y Barroco temprano que en Nápoles y España sí tengo más conocida, pero me desborda por completo allende esas fronteras. 

En cuanto a las piezas seleccionadas, un poco de todo: pavanas, gallardas y danzas de Mainerio, Scheidt y da Venosa, una tarantella de Caresana, divertidísima y de gran calidad, canciones de Giuseppe Guami, sonatas de Giovanni Garieli, Dario Castello o del Buono, una bellísima, delicada "Deploration sur la mort de Occkenghem", de Josquin Desprez (éste sí es conocidísimo; con Monteverdi y Caresana, las excepciones de la tarde). 




Tras interpretar "Upon la mi re", de Thomas Preston, la señora que tenía al lado me preguntó, admirada, cómo se llamaba esa pieza. No es de extrañar: fue una versión sencillísima, lenta, hipnótica, que embelesó al auditorio. El primer bravo de los muchos que hubo esa noche surgió entonces (fue mío). Y es que Il Giardino nos tuvo encandilados. Hacía tiempo que no disfrutaba tanto en un concierto. (Esta versión es la única que he encontrado: bastante sosa, no puede compararse a la del jueves, pero la incluyo como ejemplo). 

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No voy a descubrir ahora la calidad del conjunto, que es soberbia, infrecuente incluso en un ciclo de música (" Universo Barroco") de un nivel muy alto. Pero anteayer se superaron. Sobre todo, porque el material parecía "humilde", como he dicho antes. Nada que ver. Espléndidas fueron las composiciones en sus versiones apasionadas, intensas (había que ver cómo sudaba el director, Giovanni Antonini, dándole a la flauta dulce). Excelente fue también la organización "lógica" de tantos autores diferentes, con la coherencia y eficacia en sus conciertos que ya es proverbial.

En definitiva: a mí me ardían las manos de aplaudir. El público los vitoreó con ganas, hizo que salieran varias veces a saludar y nos regalaran un bis. Una noche memorable. 



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