sábado, 24 de marzo de 2012

Cosas que pensar.



Como me consta que tengo pocos lectores (1) y algunos me son bastante conocidos, he de reconocer que apenas me corto a la hora de decir las sobradas que se me ocurren. Sí que tengo cuidado de no recurrir al argumento ad hominem salvo cuando no hay otro remedio y ya me ha cabreado lo suficiente. Por ello, cuanta más tirria profeso a alguien, más riguroso quiero ser en la crítica y con más atención leo sus mierdas o analizo sus barbaridades políticas. 


Pero me disperso: no era esto lo que quería comentar, sino la sensación de charla de mesa camilla que tengo muchas veces al escribir en este blog. 


Cierto es que en bastantes puede el impulso del momento, o la reflexión chorrona que no cabe en lo que estoy escribiendo "seriamente" (2). Es decir, que casi todas las entradas son producto de un entusiasmo (o de lo opuesto, aunque se puede considerar un entusiasmo negativo). Por ello mismo, tengo la sensación de que nadie me quita la palabra de la boca, aunque disparate. 


Falta, y ya lo he lamentado en otras ocasiones, el pescozón oportuno, la loa o el dicterio, qué más da. Pero habrá que conformarse: reconozco que tampoco suelo comentar nada cuando entro en otros blogs. Sobre todo, porque no leo más que tontadas y autobombo cursi; todo aquello de lo que huyo a conciencia. Posiblemente los demás pensarán lo mismo del mío. Por eso no abren la boca. 


Pues les aviso de que de ese modo están creando un monstruo. 




(1) Muy pocos eran al principio, pero me sorprende cómo van aumentando y cada vez de lugares más distantes. 
(2) Es decir, con más esfuerzo y dedicación constante, no por su tono serio. 

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