miércoles, 18 de enero de 2012

El lunes murió Gustav Leonhardt




Es decir, el autor de interpretaciones como esta, absolutamente soberbias, irrepetibles, de un virtuosismo que más que apabullar (y apabulla un rato largo) te obliga a entender la música. Cómo fue concebida, qué sentía y pensaba su autor, con qué emociones, qué brío y qué pasión inundaban su mente al componerla. 


Ahora recuerdo la imagen, en su último concierto en Madrid, de un aficionado que, puesto en pie, aplaudía enfervorizado con las lágrimas cayendo por su rostro. 


No sé qué mejor homenaje puede haber para alguien que vivió dedicado a la música. 

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