domingo, 22 de enero de 2012

Pedagogía ful







"Lo malo de la pedagogía es que luego todo se sabe", bromeaba un amigo hace lo que parece una vida. Pienso, sin embargo, que sigue teniendo razón. 


No sé si me explico: a veces me apetece considerar lo propio como algo que ha costado demasiado conseguir para que cualquier indocumentado, sin tener interés en ello, sin saber qué hacer con ese conocimiento, sin prestarle más que una leve atención, llegue y lo venda al barato.


Desearía que se esforzase al menos lo que yo y diese los mismos palos de ciego, perdiese el camino todas las veces necesarias. Mi misión sería tan solo dar la pista en el momento preciso y dejar que se estrellara por sí mismo y se recuperase también a su manera.


Yo, que me dedico a mostrar profesionalmente, tanto en clases como en libros, me temo que no he logrado eliminar un cierto pudor. A veces desearía no haber expuesto aquel amor por cierto libro, por ese autor, por las palabras que escuché de otros profesores, de otros escritores, en canciones que definieron parte de lo que hoy se ve. 


Otro problema de la pedagogía es que, teóricamente, al final cualquiera acaba por saber más que uno mismo. 


¿O esa era su función? No sé...

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