martes, 17 de enero de 2012

"La península", de Julien Gracq.


"Una mañana, Simon espera a su amante en la estación de ferrocarril de Brévenay, aunque ella, Irmgard, le ha advertido de que puede que no llegue al mediodía. En efecto, cuando aparece el tren, ella no está allí. Para matar el tiempo, Simon decide recorrer la costa bretona en coche mientras aguarda la llegada del siguiente tren". 


Apasionante, ¿no? Casi tanto como el argumento de "El rey Cophetua", que puede que sea el más lacónico de la historia de la literatura. Y, sin embargo, su lectura me parece cada día más imprescindible. Y una experiencia apasionante que no deja respirar al lector más que con su ritmo tenso, delicado, un tanto enfermizo. 


La trilogía de la espera, dicen que forman estas dos historietas y otra más. Dan ganas de hincarle el diente cuanto antes. Bueno, la dejaré reposar hasta que termine las últimas doscientas páginas de "Mentiras fundamentales de la iglesia católica", que estoy leyendo estos días. Pues no soy nadie mezclando lecturas sencillitas...



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