sábado, 28 de enero de 2012

Esto es el colmo del despropósito



El asunto de los juicios al juez Garzón es de no creérselo. Incluso viviendo en este país y conociendo el colmillo revirado de bastantes ámbitos de la carcundia patria cuesta creer que, por ejemplo, prospere la delirante acusación de un grupúsculo ultraderechista, o neonazi, o lo que sean esos gilipollas de Manos Limpias (1). En cualquier otra circunstancia, en cualquier otro lugar, habría sido desestimada al instante. E investigada la organización, por si las moscas. Aquí, no.  


Está claro que algo le ha picado a la fachísima estructura judicial para que carguen a rebato contra Garzón, acusándole nada menos que de prevaricación por ordenar ciertas escuchas. Si no son legales, le tumban las actuaciones, se invalidan las pruebas y ya está, como sucede con tantos jueces en tantos juicios a quienes nadie ha osado acusar de estar prevaricando.


Segundo, por no sé qué subvención para unos cursos en Estados Unidos que el noventa por ciento de los jueces ha aceptado sin que nunca pasase nada. Simplemente, ridículo. 


Tercero, y aquí les duele, por abrir la causa por los crímenes del franquismo. Aducen que la ley de amnistía de nuestra idílica transición lo ha tapado todo bien tapado. Pero es que los crímenes contra la humanidad no prescriben nunca, que yo sepa. No sólo es lícito, sino que resulta encomiable pretender tales actuaciones. 


Ahora no soy tan patriotero, pero siempre he comentado lo lamentable que fue en su momento no fusilar, no encarcelar, no exiliar y tampoco purgar a los criminales que actuaron a sus anchas durante el franquismo. Policías, políticos, militares... La vida civil se ha sedimentado sobre la prepotencia asesina de una parte de la sociedad. Que, además, ha medrado a partir de la desgracia de los vencidos. 


Y no hablo solo de sucesos ocurridos durante la guerra, sobre lo que habría mucho que decir, sino en la larguísima posguerra del militar fantoche y su cuadra de mantenidos. Sin olvidarnos de la iglesia católica, por supuesto. 


En fin, esto es lo que están intentando detener con el juicio aberrante al juez Garzón. Tanto que el mismo juez instructor de una de las causas asesoró a los analfabetos ultras, corrigiendo las numerosas deficiencias de su escrito de acusación. Y eso, no sólo no es punible, sino que no ha generado ningún tipo de recusación sobre el individuo, que ya podemos imaginar de qué ideología cojea.  


Mañana, domingo 29, a las doce de la mañana, en Madrid, manifestación de apoyo y en contra de los procesos. Sale de la Plaza de las Salesas (junto al Tribunal Supremo) y llega a la de Canalejas. 


A pesar de mi poca afición a cualquier demostración callejera, yo no me la pierdo. 






(1) ¿No fue ese el pseudo-sindicato que denunció a los Lunnis?

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